Y la Tierra explotó.
Y millones de fragmentos volaron
desparramados por el universo, convertidos en cometas.
Y muchos de esos cometas se desintegraron
al contacto con atmósferas ajenas.
Y algunos cometas se alejaron de la
fuente solar y aún giran impasibles, congelados; atrapados en órbitas extrañas.
Y otros cometas impactaron en
suelos desconocidos, y yacen quietos. Piedras entre piedras estériles.
Y solo un cometa cayó en suelo
acuoso, protector, amigo.
Y en ese cometa, restos de la vida
en germen, microscópica potencia.
Y giró el planeta muchas veces.
Y la vida microscópica tornó en
animal preciso, perfecto, salvaje.
Y en uno de esos seres perfectos,
precisos, la parte más salvaje se murió.
Y el ser tomó conciencia de sí
mismo.
Y se llamó a sí mismo “humano”.
Y llamó “Tierra” al suelo amigo.
Y el ser inteligente se multiplicó
y dominó la Tierra.
Y aprendió a odiarse a sí mismo.
Y odió a su Tierra.
Y se hizo tan peligroso que provocó
su destrucción.
Y la Tierra explotó.
Y millones de fragmentos volaron
desparramados por el universo, convertidos en cometas.
Un microrrelato muy interesante y profundo. He dado con tu blog mientras buscaba en Google el microrrelato "El solipsista" de Fredric Brown, y me he llevado una grata sorpresa al ver la cantidad de microrrelatos que tienes aquí archivados y que sigues publicando. He empezado a leer tu blog desde el principio y espero ir leyéndolo día a día 🙂
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel.
EliminarAquí he recopilado auténticas joyas, los míos son piedrecitas sin importancia.
Disfruta de las lecturas.
Saludos.