En el sótano de la fábrica F hacen monómeros a
partir de derivados del petróleo, los cuales se transforman en polímeros o
resinas sintéticas cuando interviene un catalizador. Las resinas sintéticas se
suben a la planta principal y se dividen en la cadena A y en la B. En la
primera se le añaden elementos termoestables, se calientan, se moldean y
producen tubitos de plástico endurecido, recto, hexagonal de 7 milímetros de
diámetro y 13 centímetros de longitud, y ligeramente biselado al final. En la
cadena B los polímeros se convierten en un poliestireno flexible, que por
inyección se transforma en un tubo que cabe en el interior del primero. En la
cadena C se acoplan ambos, se pone en la punta un cono metálico dorado con una
bolita diabólica y se rellena el interior de tinta (un disolvente mezclado con
negro de humo, azul de Prusia, amarillo de cromo u otros pigmentos), se coloca
una tapa y un capuchón también de plástico, y ya está hecho el bolígrafo.
Parecen todos iguales, pero ca, miles de ellos sólo valen para que los muerdan
por atrás los niños, los estudiantes y los oficinistas; otros miles van a parar
en exclusiva a las orejas de los comerciantes; también hay miles de ellos que reposan
eternamente sin hacer nada en bolsillos de chaquetas o camisas; algunos de
estos últimos, rebeldes, eyaculan por su cuenta, destrozan las blusas y son
arrojados a la basura; los hay a millares que no hacen más que quinielas; otros
muchos se pierden y, en fin, la mayoría de ellos tiene tinta sin misterio. Pero
uno entre cien millones lleva en su interior media novela; busca, trabaja con
dos de éstos y ya la tienes completa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario