La tristeza. Rosario Barros Peña. Microrrelato.
El profe me ha dado una nota para mi madre.
La he leído. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he
puesto en la mesilla, debajo del tazón lleno de leche que le dejé por la
mañana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compré en el
supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la
mesilla, al lado del tazón de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos
que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada.
Huele a sudor la habitación, pero cuando abrí la persiana ella me gritó. Dice
que si no se ve el sol es como si no corriesen los días, pero eso no es cierto.
Yo sé que los días corren porque la lavadora está llena de ropa sucia y en el
lavavajillas no cabe nada más, pero sobre todo lo sé por la tristeza que está
encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al
principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, “tonto el que lo lea”,
pero, al día siguiente, las palabras no se ven porque hay más tristeza sobre
ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no
puedo dejar de pensar que un día ese polvo blanco cubrirá del todo a mi madre y
lo hará conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habrá borrado el “te
quiero” que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.
Un relato sensible e interesante, que has tenido la generosidad de colgar en tu blog para que se pueda compartir.
ResponderEliminarGracias por ello y un saludo
A ti por leerlo. Saludos.
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