El sol cae a plomo
sobre la plaza desierta. Todo está parado, como en una fotografía,
salvo por las sombras de los buitres que juegan a perseguirse sobre
los adoquines. El niño mira a las aves, muy arriba, con ese planear
cansado y siniestro. Siempre le han asustado los buitres. A veces ha
pasado con sus amigos a pocos metros de donde un pequeño grupo
devoraba los despojos de algún animal y ha acelerado la marcha, no
le gusta pararse a mirarlos y al final lanzarles piedras, como hacen
sus amigos.
¿Dónde estarán
sus amigos? Seguro que en sus casas, sus padres nos les habrán
dejado salir, con esta solana. Estarán a la sombra, mirando la tele
o leyendo sus tebeos. Ojalá él pudiera estar ahora a la sombra
mirando la tele, pero está sin tele, ni tebeos, y su madre ha salido
muy temprano y no volverá hasta el anochecer, y su padre... no sabe
quién es su padre ni por qué no está con ellos. Ojalá sus padres
no le dejaran salir a la hora de la siesta.
Bota furiosamente la
pelota raída contra el suelo, el polvo caliente de la plaza le
mancha las zapatillas rotas. Polvo por todas partes, sobre la plaza,
sobre sus zapatillas, sobre la encimera de la cocina, sobre la tele
inútil, sobre la foto de los abuelos. Polvo que pesa y da ganas de
llorar.
“¡Qué asco!”,
grita y comienza golpear el balón contra la pared, detrás del
banco. Golpea furiosamente, contra el balón, contra sus amigos que
no aparecen, contra los buitres que comen carroña, contra el polvo
que pesa, contra el padre que no sabe quién es. Los balonazos
resuenan estrepitosamente en la pared del edificio. Un señor asoma
la cabeza desde el segundo piso y le grita que se vaya, que está
prohibido jugar a la pelota en la plaza. El niño se ha sobresaltado
ante las voces del vecino, recoge colérico la pelota y, antes de
marcharse, sacude la última patada, que golpea ferozmente contra la
placa que anuncia el nombre de la plaza y le arranca los tornillos.
La placa cae sobre los adoquines resonando con alboroto metálico en
la quietud de la tarde. El nombre, “Plaza de la Alegría”, queda
boca arriba, encarando insolente el calor de la tarde.
me a gustado todo en verdad porque es muy chula la historia y a la vez sencilla no puedo decir cual es mi parte favorita porque es toda la historia t.a.m
ResponderEliminarMe a gustado es interesante y entretenido. No se muy bien mi parte favorita pero me parece buena, un saludo. Guadalupe Sabina G.F
ResponderEliminarEs un cuento q es bueno pero no entiendo y para ser un microcuento esta bien sergioam
ResponderEliminarEs un cuento un poco inquietante. El niño piensa en como es su vida, no sabe quien es su padre, casi no ve a su madre y no está con sus amigos. Lara V. J.
ResponderEliminarEs un cuento un poco perturbador, pero a la vez, entretenido.
ResponderEliminarSi nos ponemos a pensar, habla de la soledad de las personas, en este caso, del niño.
A veces, nos podemos sentir así. Alberto Cortijo
Gracias, Alberto. Buen comentario.
ResponderEliminarSaludos.
Eva.