Mirándose
a los ojos en un espejo
sin
desviarlos
durante
ocho o diez minutos
-según
los casos-
antes
de que resulte aburrido, tonto o fastidioso
hay
un instante
en
que uno puede descubrir si es feliz.
Ese
es el momento del cataclismo.
Luego
años
más tarde
o
un solo segundo después
podemos:
sostener
la mirada
o
caer
en el olvido.
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