Odiseo
fue el primero en contarlo, pero la verdad es que, antes de conocer a
Odiseo, ya Circe había avisado a Jasón que tuviese cuidado al pasar
por la isla de las sirenas: con sus cantos lo harían arrojarse al
mar, a menos -le dijo- que se tapara con cera los oídos u ordenase a
los argonautas que lo ataran al mástil. Jasón no quiso cuidarse.
Las sirenas, al verlo tan jactancioso, no le cantaron, y así,
cruelmente, lo dejaron sin nada que decir.
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