Eras un
recortable negro, una silueta fugaz en el pasillo, un puñado de ternura de ojos
azules…
Eras la
timidez felina, el ronroneo cálido que tu instinto convertía, a veces, en
plañideros deseos de amor…
Eras el
ballet delicado de tus patas, el arco de tu lomo creciendo hacia la caricia…
Eras,
Luna, un retazo de gracia y belleza.
Nunca
sabremos si fuiste nuestra o nosotros, tuyos…
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