Ahora que la respiración no
es un problema compruebo que tampoco tengo que ocuparme de los caprichos de mi
cuerpo, del equilibrio de sus partes constitutivas, de las dolorosas epopeyas
de dentistas y médicos traumatólogos, de la preocupación por el pelo y las
uñas. Ya me parecía que estar muerto tendría algunas ventajas.
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