martes, 24 de marzo de 2020

Chaplin. Eduardo Galeano.

En el principio fueron los trapos.
De los desperdicios de los estudios Keystone, Charles Chaplin eligió las prendas más inútiles, por demasiado grandes o demasiado pequeñas o demasiado feas, y unió, como quien junta basura, un pantalón de gordo, una chaqueta de enano, un sombrero hongo y unos ruinosos zapatones. Cuando tuvo todo eso, agregó un bigote de utilería y un bastón. Y entonces, ese montoncito de despreciados harapos se alzó y saludó a su autor con una ridícula reverencia y se echó a caminar a paso de pato. A poco andar, chocó con un árbol y le pidió disculpas sacándose el sombrero.
Y así fue lanzado a la vida Carlitos el Vagabundo, paria y poeta.

Memoria del fuego III. El siglo del viento. 1986.

 

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