Los acontecimientos del
pasado son los que determinan el presente. Por ejemplo, si tus padres
no se hubieran conocido, hoy no existirías. Cuanto más se retrocede
en el encadenamiento de circunstancias que conforman la historia del
mundo, más inesperadas y sutiles serán las consecuencias que
acarree el hecho más nimio, en una compleja, casi infinita sucesión
de concatenaciones. Por ejemplo, si durante el cretásico superior
cierto plesiosaurio carnívoro no se hubiera comido los huevos que
una hembra de triceratops desovó tontamente cerca de la orilla,
quizás, vaya uno a saber, me seguirías queriendo.
Temporada de fantasmas, 2004.
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