Desde que te fuiste la casa ha comenzado a llenarse de hormigas. Están en todas partes. Dentro de unos armarios, debajo del fregadero, en las rendijas de las ventanas. Sentado en el sofá, las veo desfilar por el salón, cargando con nuestras cosas: las migas de las tostadas que preparábamos los sábados para desayunar, las piedras que cogimos en una playa de Cádiz, esa forma que tenías de tocarte la nariz cuando pensabas en tus cosas. Ayer las descubrí huyendo del dormitorio, llevándose nuestra canción favorita a cuestas.
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