Tras cerrar el último bar, ya de madrugada, me propuso subir a. Estás en tu casa, no voy a hacer nada que no quieras, me juró ante. Nos desnudamos con prisa, nos metimos en la cama y nos buscamos bajo. Me agarró del brazo cuando me vio abrir el cajón de la mesita situada cabe. No quiero hacerlo con, dijo muy serio. Yo me negué, pero me acorraló contra. Nunca imaginé que fuera capaz de, porque nos conocíamos desde, cuando coincidimos en. Gemí de dolor, de rabia, atrapada entre. Tuve que apartar la mirada y dirigirla hacia, mientras me preguntaba hasta, sin entender sus motivos para. Le supliqué que se detuviera, por. Pero él continuaba actuando según. No pude zafarme de él hasta que quedó agotado, exhausto, sin. Mientras se vestía, me aconsejó no contar lo ocurrido a nadie, so. Se oyó un portazo y me quedé sola, llorando, tendida sobre. Aún me cuesta encontrar las palabras para explicar cómo me siento tras.
De antología. La logia del microrrelato. Rosana Alonso y Manu Espada, 2013.
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