Hunde la daga el aqueo en el cuello del troyano, mientras Tulio Josefo se alza para defenderse y, una vez salvado, ocupar con sus huestes las tierras galas. De allí partirán cruzados que, cuando vuelvan, serán destruidos por la armada inglesa a la que diezmarán bombas nazis. Responderán los aliados y, al desembarcar en Sicilia, destruirán, en el fragor de la lucha, un villorrio con una vieja casona en cuyo principal friso el troyano Eneas clava su puñal en el pecho del griego.
Imagen: Eneas, Anquises y Ascanio. Escultura de Bernini.
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