jueves, 14 de julio de 2022

Y nadie desciende a los infiernos. Eugenio Mandrini.

Vivía en un apartamento de planta baja, con sólo un rectángulo de luz, un patio, en el cual solían caer algunas hojas, algunos recipientes vacíos, alguna terrosa garúa, algún manotazo del viento, pero nunca una soga, por donde descendiera algún audaz o algún demente, compadecido de ese hombre que pide auxilio desde la profundidad de un abismo de veinte pisos.


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