Querido Yákov Semiónivich:
1.Un
hombre tomó carrerilla y se golpeó la cabeza contra una fragua con
tanta fuerza que el herrero dejó a un lado el mazo que tenía en las
manos, se quitó el mandil de cuero y, tras alisarse el pelo, salió
a la calle para ver qué había pasado.
2.
Entonces el herrero vio al hombre sentado en el suelo. El hombre
estaba sentado en el suelo y se sujetaba la cabeza. 3. «¿Qué ha
pasado?», preguntó el herrero. «¡Ay!», dijo el hombre. 4. El
herrero se acercó al hombre. 5. Interrumpimos la narración sobre
el herrero y el hombre desconocido y empezamos un nuevo relato sobre
los cuatro amigos del harén. 6. Había una vez cuatro partidarios
del harén. Consideraban que era un placer tener ocho mujeres a la
vez. Se reunían por las tardes y debatía sobre la vida en el harén.
Bebían vino; se cogía unas curdas tremendas; acababan debajo de la
mesa; echaban la papilla. Era muy desagradable mirarlos. Se mordían
en la pierna unos a otros. Se llamaban de todo. Se arrastraban por el
suelo. 7. Interrumpimos este relato y empezamos un nuevo relato sobre
la cerveza. 8. Había un barril de cerveza, y a su lado meditaban un
filósofo: «Este barril está lleno de cerveza. La cerveza fermenta
y se fortalece. Y mi mente fermenta y se eleva por las cumbres
estelares mientras mi espíritu se fortalece. La cerveza es una
bebida que fluye en el espacio; yo, en cambio, soy una bebida que
fluye en el tiempo. 9. Cuando la cerveza está encerrada en un
barril. Ya no tiene dónde fluir. Si el tiempo se detiene, también
yo me detendré. 10. Pero si el tiempo no se detiene, mi fluir será
inmutable. 11. No, más valdrá que fluya también libre la cerveza,
pues es contrario a las leyes de la naturaleza que permanezca
inmóvil». Y con estas palabras el filósofo abrió la espita del
abril y la cerveza se vertió en el suelo. 12. Ya hemos hablado
bastante de la cerveza; ahora vamos a contar algo de un tambor. 13.
El filósofo tocaba el tambor y gritaba: «¡Estoy haciendo ruido
filosófico! Nadie necesita este ruido, de hecho resulta bastante
molesto. Pero si molesta a tanta gente, eso quiere decir que no es de
este mundo. Y si no es de este mundo, tendrá que ser de otro mundo.
Y si es de otro mundo, yo pienso seguir haciéndolo».
14. El filósofo estuvo haciendo ruido mucho rato. Pero vamos a dejar
esta historia tan ruidosa y vamos a pasar a la siguiente, una muy
tranquila sobre los árboles. 15. Un filósofo paseaba entre los
árboles en silencio, porque le faltaba inspiración.
Me llaman capuchino. 2006.
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