Una mañana, tras agitados sueños, un insecto enorme se despertó convertido en Gregor Samsa. Asqueado, consiguió ponerse trabajosamente en pie sobre aquellas dos piernas frágiles de piel blanquecina y, tambaleándose, llegó, repugnantemente bípedo, hasta la biblioteca del salón con el ánimo decidido a arrojar al fuego todas las obras de ese checo neurótico.
Baúl de prodigios, 2007.
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