-Entonces, ¿qué arma prefiere?
-
Navaja.
-
¿Dónde?
-
Aquí.
-
Ahí sale más caro.
-
No importa. ¿El cheque se lo hago cruzado o abierto?
El
hombre rió.
-Sólo
efectivo. Mire, allí hay un dispensador de dinero. La espero. No
tengo apuro.
La
mujer puso el fajo de billetes en el bolsillo de la chaqueta del
hombre. Él la llevó a un callejón sin salida para proceder con el
encargo. Ella se sacó el pañuelo de la cabeza. Estaba totalmente
calva. El hombre sintió lástima y fue rápido. Recogió el pañuelo
haciéndolo crujir; luego, lo puso en la cara de la mujer y caminó
hasta el terminal de buses. Antes, le regaló sus guantes a un
pordiosero.
El crujido de la seda. 2016.
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