Querido diario:
Hoy
destapé el WC con soda cáustica; lavé la ropa a mano (máquina
descompuesta) y la planché. Preparé niños envueltos para diez
familiares que me visitaron; los atendí, oí sus logros, penas,
frustraciones; me maldije por no tener diez floreros para los diez
ramos de flores. Lavé los platos, serví el postre y el café.
Algunos durmieron siesta: los cubrí con una frazada. Más tarde, se
fueron dejando una estela de migas, servilletas, restos de niños
debajo de las alfombras. Las flores estaban hediondas; el tacho de
basura estaba repleto. Tuve que trapear el piso con cloro, mientras
el perro se cagaba en la entrada de la casa.
Estoy
cansada. No sobró comida.
Ay, ya se me estaba olvidando,
¡qué cabeza!: debo deshacerme del veneno. Y a ti, querido, tendré
que quemarte.
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