Querido Monstruo:
Ya
no te tengo miedo. Mi papi dice que no existes y que no puedes llamar
a tus amigos porque ellos tampoco existen. Cuando sea de noche voy a
cerrar los ojos antes de apagar la luz del buró y voy a abrazar bien
fuerte a mi osito Bonzo para que él tampoco tenga miedo. Si te oigo
gruñir en el clóset pensaré que estoy dormida. No quiero gritar
como siempre. No quiero que mi papi se despierte y me regañe.
Ya
sé que me quieres comer, pero como no existes nunca podrás hacerlo;
aunque yo me pase los días pensando que a lo mejor esta noche sí
sales del clóset, morado y horrible como en mis pesadillas…
Mañana, cuando juegue con Hugo, le voy a decir que te maté y que te
dejé enterrado en el jardín y que nunca más vas a salir de ahí.
Él se va a poner tan contento que me va a regalar su yoyo verde y me
va a decir dónde escondió mis lagartijas (siempre ha dicho que tú
te las comiste, pero eso no puede ser porque mi papi me dijo que no
existes y mi papi nunca dice mentiras).
Voy
a dejarte esta carta cerca del clóset para que la leas. Voy a pensar
en cosas bonitas como en ir al mar, o que es navidad, o que me saqué
un diez en aritmética.
¡Adiós,
monstruo!, que bueno que no existas.
firma:
LUCY
Mi
pequeña Lucy:
¿Cómo
que no existo? Tu papi no sabe lo que dice.
¿Acaso
no me inventaste tú misma el día de tu cumpleaños número siete?
¿Acaso no platicabas conmigo todas las noches y te asustabas con los
extraños ruidos de mis tripas?
Todas
las noches te observé desde el clóset y tú lo sabías… Aunque
nunca me viste conocías de memoria mis ojos, mi lengua y mis
colmillos; pues todas, todas las noches me soñabas.
Por
eso cuando leí tu carta sentí tanta desesperación. Por eso
destrocé tus juguetes y me comí de un solo bocado a tu delicioso
osito Bonzo.
Lo
juro Lucy, tú ya estabas muerta.
Tenías
los ojos abiertos y cuando toqué tu barriguita estaba más fría que
mi mano. Seguramente te mató el miedo y yo no pude comerte pues no
me gusta el sabor de los niños muertos. Lo único que hice fue
regresar al clóset y llorar de tristeza hasta quedarme dormido…
¡Pobre Lucy! ¡Pobre Lucy y pobre monstruo solitario!
Ahora
tendré que salir de aquí, alejarme de los adultos que cuidan tu
pequeño ataúd y dejar esta carta donde puedas encontrarla…
Necesito la risa de un niño y necesito el miedo de un niño para
seguir vivo.
Por
cierto Lucy, ¿dónde dices que vive tu amigo Hugo...?
Atentamente:
EL
MONSTRUO
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