Empiece por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente
la pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto ocurrirá
mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras entre las piedras,
con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien encaminado, y lo mismo
si oye un río por donde bajan barcas pintadas de amarillo y negro, si oye un sabor
de pan, un tacto de dedos, una sombra de caballo.
Después compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje
en paz a Schumann.
De Historias de Cronopios y famas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario