De
pronto te hallas en medio de una planicie nevada. Estás confundido y
no sabes qué hacer, hasta que descubres, a tu izquierda y a tu
derecha, sendos rastros de pisadas. Caminas durante horas siguiendo
el de la izquierda, hasta que percibes, reconfortado, a dos hombres
en la lejanía. Corres, y al llegar a su lado, les hablas y les
gritas y haces grandes ademanes, pero ellos no pueden verte ni oírte.
Entonces te callas, y observas cómo cavan un hoyo, y arrojan un
cuerpo, del que no te habías percatado antes, en su interior. Acto
seguido, uno de los hombres se jacta de lo bien que habían
planificado el crimen. El otro asiente con la cabeza y convida a su
compañero con un cigarrillo. Te arrimas a la fosa, y descubres en el
rostro de aquel desgraciado, tu propio rostro. Al instante, te
desvaneces, y al volver en ti, ves que los hombres continúan fumando
distraídamente. Tanteas el piso y hallas una piedra. Deprisa sales
de la fosa y se la estrellas en la nuca a uno y en la sien al otro.
Luego, entre palada y palada, te preguntas adónde te habría llevado
el rastro de la derecha.
Esta noche te cuento. Enero, 2014.
Literalmente pletórico.
ResponderEliminarSaludos.