sábado, 13 de mayo de 2017

Entre palada y palada. Gabriel Bevilaqua.

De pronto te hallas en medio de una planicie nevada. Estás confundido y no sabes qué hacer, hasta que descubres, a tu izquierda y a tu derecha, sendos rastros de pisadas. Caminas durante horas siguiendo el de la izquierda, hasta que percibes, reconfortado, a dos hombres en la lejanía. Corres, y al llegar a su lado, les hablas y les gritas y haces grandes ademanes, pero ellos no pueden verte ni oírte. Entonces te callas, y observas cómo cavan un hoyo, y arrojan un cuerpo, del que no te habías percatado antes, en su interior. Acto seguido, uno de los hombres se jacta de lo bien que habían planificado el crimen. El otro asiente con la cabeza y convida a su compañero con un cigarrillo. Te arrimas a la fosa, y descubres en el rostro de aquel desgraciado, tu propio rostro. Al instante, te desvaneces, y al volver en ti, ves que los hombres continúan fumando distraídamente. Tanteas el piso y hallas una piedra. Deprisa sales de la fosa y se la estrellas en la nuca a uno y en la sien al otro. Luego, entre palada y palada, te preguntas adónde te habría llevado el rastro de la derecha.

 Esta noche te cuento. Enero, 2014.

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