Cárcel
de Palma de Mallorca, otoño de 1942: la oveja descarriada.
Está
todo listo. En formación militar, las presas aguardan. Llegan el
obispo y el gobernador civil. Hoy Matilde Landa, roja y jefa de
rojos, atea convicta y confesa, será convertida a la fe católica y
recibirá el santo sacramento del bautismo. La arrepentida se
incorporará al rebaño del Señor y Satanás perderá a una de las
suyas.
Se
hace tarde.
Matilde
no aparece.
Está
en la azotea, nadie la ve.
Desde
allá arriba se arroja.
El
cuerpo estalla, como una bomba, contra el patio de la prisión. Nadie
se mueve.
Se
cumple la ceremonia prevista.
El
obispo hace la señal de la Cruz, lee una página de los evangelios,
exhorta a Matilde a renunciar al Mal, recita el Credo y toca su
frente con agua consagrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario