Yo,
de perro, la verdad es que no me ando con pamplinas. Nada de micción
en tronco de árbol o señal de tráfico, nada de sólida esquina de
edificio, nada de esos llamativos adoquines de los alcorques. Si hay
que marcar un territorio, señalar un dominio, ¿qué porvenir tengo
de perro meando en mi barrio y adyacentes?, ¿cuántos barrios puede
cubrir la meada de un perro? Yo voy más allá, no me ando con
chiquitas ni provincianismos. Me especializo en ruedas de vehículos
(tapacubos, llantas y neumáticos), y de últimas no meo ruedas a
tontas y a locas, así como así, no. Distingo ya perfectamente las
matrículas, dosifico, me expando. Adoro esas matrículas de colores
extranjeros, amarillas, azules, verdes…
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