Yo
estaba leyendo el diario cuando escuchamos un fuerte estruendo.
Salimos al patio y vimos que todos los vecinos también estaban
alarmados. No tardamos en descubrir que uno de los muros del
residencial había cedido después de varias semanas de intensas
lluvias.
Al
acercarnos al derrumbe nos dimos cuenta que unas casitas humildes
habían sido aplastadas. Alguien llamó a emergencias y tratamos
entre varios de mover los grandes trozos de cemento.
"Temblor"
gritó alguien y los vecinos salieron corriendo en todas direcciones.
Sólo yo me quedé para ver salir a varias familias desde debajo de
los escombros. Sus cuerpos cubiertos de lodo, caminando con
dificultad por sus piernas rotas y espaldas resquebrajadas.
Recogieron
despacio sus pocas pertenencias y recuperaron los restos de plástico
negro y zinc que pudieron para irse a reconstruir sus hogares en otro
lugar
Yo
traté de ofrecerles nuestra casa al menos por esa noche, pero mi
mujer me dijo que ya estaban muertos y que no podíamos hacer nada
por ellos.
Ahora
tienen sus casitas cerca de otro de nuestros muros. Cuando hay viento
se cuela un hedor a descomposición por las ventanas, pero nosotros
usamos más ambientador y no pasa nada.
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