El príncipe irrumpió en el salón real, arrastrando
de los cabellos rubios el frágil cuerpo sembrado de flechas. Ya de rodillas
frente al desencajado Rey, ofreció aquel cartel con error de imprenta, el único
que los emisarios no alcanzaron a sacar de circulación y en el que se podía
leer: Rey busca príncipe para cazar a su hija.
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