domingo, 30 de diciembre de 2018

Rabo de nube / Pepe no toma café. César Klauer.


El rulo blanco, similar a un rabo de nube, brillaba con una luz que provenía de su centro mismo, y era esa luminosidad combinada con el vaporoso penacho la que precisamente acentuaba el efecto repetitivo del recuerdo, que retornaba ahora con una voz tan clara que parecía un presente elástico, un instante pasado-presente-futuro que abarca la vida en cámara lenta.
........
Con el siguiente rabo de nube, el mensaje resonó otra vez, un eco de efecto de sonido reverberante y el filo de su brutalidad hundiéndose en su pecho, hendiendo en lo más blando, incrustándose entre latido y latido con la fiereza propia de lo inesperado: Te dejo, Pepe, te dejo dejo dejo te dejo te te te dejo.
......
Y Pepe, inmóvil desde ese instante fatal, veía en la repetición los labios ahora ajenos y que tanto aseguraron que hasta que la muerte los separe y eternamente por siempre jamás sin fin y sin solución de continuidad, pero que ya no le pertenecían más, mil veces enroscados en el vapor del café, el rabo de nube que se apoderó de las palabras para eternizarlas en su caprichoso ascenso.
......
Milagros no dijo más Pepe te dejo te te te dejo dejo te dejo dejo dejo, ¿era necesario hundir más la daga traicionera? Se fue después de haber convertido al silencio en una eterna repetición, y al latir del corazón en un cuchillo envenenado de dolor.
......
Pepe examinó la taza de café, las roscas de vapor blanco envolvieron su visión; se acercó al borde y miró su propio reflejo lloroso en la superficie llana, inmóvil, del oscuro líquido. Desde aquel día, Pepe no toma café.


No hay comentarios:

Publicar un comentario