Los
vendedores de fruta tienen a veces barbas de filósofo. Son como
vegetarianos pedagógicos que se dedican a sembrar la salud en medio
de la vida. Tienen algo también de boticarios frescos, naturales,
espontanistas.
Aquel
de la barba roja como hecha con pelos de panocha, inventó el medio
más seguro de vender, pues además de titular a su frutería El
Paraíso, expuso las manzanas más ruborosas de los pomares, las que
son como mozas que se miran el delantal, y colocó sobre ellas un
letrero en que anunciaba:
MANZANAS
DEL ÁRBOL PROHIBIDO
Importación
directa del Éufrates
Todos
los hombres mojigatos y las mujeres timoratas formaron cola a la
entrada de la frutería, encintando las calles como serpiente de cola
sin fin.
Disparates y otros caprichos, 2005
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