En el centro de la Selva
existió hace mucho una extravagante familia de plantas carnívoras
que, con el paso del tiempo, llegaron a adquirir conciencia de su
extraña costumbre, principalmente por las constantes murmuraciones
que el buen Céfiro les traía de todos los rumbos de la ciudad.
Sensibles
a la crítica, poco a poco fueron cobrando repugnancia a la carne,
hasta que llegó el momento en que no sólo la repudiaron en el
sentido figurado, o sea el sexual, sino que por último se negaron a
comerla, asqueadas a tal grado que su simple vista les producía
náuseas.
Entonces
decidieron volverse vegetarianas.
A
partir de ese día se comen únicamente unas a otras y viven
tranquilas, olvidadas de su infame pasado.
La oveja negra y otras fábulas, 1969.
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