Al despertar Franz Kafka una mañana,
tras un sueño intranquilo, se dirigió hacia un espejo y horrorizado
pudo comprobar que:
a)
seguía siendo Franz Kafka.
b)
no estaba convertido en un monstruoso insecto.
c)
su figura era todavía humana.
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el final que más le agrade marcándole con una equis.
Cuentos y desencuentos, 1986.
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