I
No sé por qué
empiezo ahora a contarte esto. No sé por qué te lo cuento
precisamente a ti, mi compañero desde hace tanto tiempo. Quizá sea
la oprimente atmósfera que se cierne hoy sobre la casa, o el
inacabable crepúsculo nevado de ahí fuera. En cualquier caso,
quiero que me escuches una vez más. Hoy quiero que hagamos las
presentaciones de nuevo.
Ya sé que mi nombre
no te importa. Para ti siempre seré «Pequeña», o «Niña», a
pesar de que supero la treintena. Antes de llegar aquí, tenía a mi
cargo el Grupo de Exploración XIX y la Salvaje. Venían conmigo
cuatro hombres: Marek, Félix, Giovanni y Shasa.
Nunca me gustó mi
mundo, ni lo que había allí. Un buen día me escapé de casa,
siendo aún una cría, y cogí la primera lanzadera que pillé. Acabé
en Tejana, el mundo-academia militar del sistema, donde conocí a un
chiquito bastante majo que después murió en el accidente de la
Colombia, no sé si lo recordarás. Intimamos bastante, tanto que
llegamos a tener un hijo. El muchacho debe andar ahora por algún
lugar a varios años luz de aquí. O incluso puede que ya haya
muerto. Lo recuerdo como un crío de tres años que me mira lloroso
mientras yo le doy la espalda para embarcarme por primera vez en la
Salvaje, con Shasa metiéndome prisa para subir. Engaña la impresión
de que no ha pasado mucho tiempo desde entonces.
Oigo un canto por
algún lugar de la casa, y puedo ver los destellos de la aurora
boreal. Ya sabes que eso significa el comienzo de la noche en este
planetoide. Es hora de buscarse una habitación para dormir y, de
paso, protegernos de ellos.
II
Lo sé, ha pasado
bastante tiempo y no debería darle más vueltas, pero no puedo
evitarlo. Si no hubiera hecho caso a la IA nodriza, Shasa no se
habría aproximado al campo gravitatorio y nada de esto hubiera
ocurrido. Tienes razón, entonces no nos habríamos conocido, pero mi
tripulación seguiría sana y salva. Y Shasa aún estaría conmigo.
Durante todos estos
años como exploradora, él ha sido mi fiel compañero. Rió conmigo
en los momentos buenos, me apoyó en los malos. Lo nuestro iba más
allá de una relación lúdico-sexual cualquiera. Y, lo más
importante, creyó en mí, Jan.
Dicen que en el
ejército están prohibidos el amor y la amistad; empiezo a pensar
que tienen razón. Ahora que no está a mi lado me doy cuenta de lo
mucho que le quiero.
No, Jan, no. No
puedo olvidarlo. Y no puedo pensar en él como si estuviera muerto.
Fue el último en desaparecer. Y el perro lo acompañaba. Oh, Jan,
cuando el corredor se cerró sentí que el mundo se terminaba de
hundir bajo mis pies. Golpeé el muro hasta hacerme daño, pero no
conseguí nada. A veces me parecía oírle gritar, otras creía que
Muzzy ladraba. Pero el tiempo ha pasado y aún no han vuelto.
No estarás celoso,
¿verdad? Parece que me quisieras estrangular con la mirada. Sí,
ahora eres tú quien está conmigo, pero no eres él. Él no
desaparecía por las mañanas, no me dejaba sola hasta poco antes de
la aurora boreal, como haces tú. Conozco tu excusa de explorar la
casa, pero después de tanto tiempo como dices que llevas aquí, ¿no
sabes que eso es peligroso? Puedes encontrarte con uno de ellos, o
perderte, o quedarte encerrado. No sé cómo te las arreglas para
regresar siempre, pero no me gustaría volver a quedarme sola.
Eso de ahí encima
parece comida. ¿Nunca te has preguntado por qué siguen
alimentándonos?
III
¡Por Dios, Jan,
creía que no volvería a encontrarte! Poco después de irte, la casa
me ha dejado atrapada en un pasillo, sin puertas, sin ventanas. Nunca
antes me había sucedido. He debido de pasar horas ahí dentro.
Cuando he empezado a oír los cantos casi pierdo los nervios. No
podía respirar, la cabeza iba a estallarme. Lloré. Entonces oí
gritar a alguien y poco después se abrió una escalera hacia arriba.
Ah, pensaba que habías gritado tú. Quizá fueron alucinaciones
mías. De todas formas, me alegro de estar de nuevo junto a ti.
Shasa y yo llegamos
a la conclusión de que la casa tiene vida propia. Parece crecer y
reformarse continuamente. Las paredes cambian de lugar en cuestión
de segundos, aparecen y desaparecen pasillos y escaleras, se cierran
y abren huecos de puertas y ventanas. Lo único que parece permanecer
inamovible son las habitaciones, aunque es imposible encontrarse dos
veces con la misma. Ignoro su superficie y su altura, y por el
momento no creo que llegue a saberlo. Habría que verla por fuera.
¿Tú la viste al llegar? Ya, igual que nosotros. Aparecimos de
repente en medio de un gran salón.
Es una especie de
laberinto gigantesco, aparentemente irresoluble y sin principio ni
fin conocidos. Parece que estamos dentro de un videojuego antiguo.
Pero yo no me resigno a quedarme aquí para siempre. Tiene que haber
alguna forma de salir. No digas tonterías. Yo no quiero tener más
hijos, y menos aquí dentro. ¿Qué quieres, que formemos las doce
tribus de Israel? No, me niego. Encontraré a Shasa y saldremos de
aquí. Estoy segura de que ellos saben como hacerlo.
IV
Aún no habías
llegado cuando me encontré algo en el pasillo. La última vez que vi
un montón de polvo similar fue cuando me enfrenté a Marek. Mientras
yo me ocupaba de doblar su uniforme para llevármelo, su cuerpo se
deshizo.
Fue unos meses
después de que desapareciera Shasa. Tropecé con él en una
habitación. Lo llamé por su nombre. Al principio pensé que estaba
bien, pero luego me di cuenta de lo que le pasaba. Tenía un aspecto
más seductor de lo que yo recordaba, sus ojos eran más grandes y su
sonrisa más brillante. Me pareció extremadamente atractivo. Por
primera vez en mi vida me sentí atraída por él. Se había
convertido en uno de ellos. Se me abalanzó como si fuera un animal.
Intentaba morderme. Me defendí como pude, pero cuando creí que todo
se había acabado, ocurrió algo. El piercing que llevaba en la oreja
debió de rozarle la cara, porque se apartó rápidamente, gritando
de dolor. El acero les daña, Jan. Así que me lo quité y se lo hice
tragar. Y mientras se retorcía de dolor en el suelo le abrí la
cabeza con una especie de candelabro que había allí. Cuando se dejó
de mover lo desnudé. Después se convirtió en polvo.
Polvo eres y en
polvo te convertirás. Se convierten en polvo cuando mueren. Una vez
me dijiste que mataste a uno. ¿Y no lo viste desintegrarse? Quizá
te fuiste demasiado rápido. ¿Por casualidad no habrás matado tú a
este? Entonces sólo quedan dos opciones: a) que quede alguno de los
nuestros en la casa (Shasa, tal vez); b) que ahora se estén matando
entre ellos. Me gustaría que fuera la primera.
Polvo eres y en
polvo te convertirás. Si nos encuentran, acabaremos por ser igual
que ellos. Y parece que a ellos sólo les espera el polvo.
¿No te parece que
hoy sus cantos son más tétricos que de costumbre?
V
¿Hola? ¿Jan, eres
tú? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Me has traído tú aquí? No, no
me toques; la piel me sigue ardiendo. ¿Y la quemadura? No digas
tonterías, ni el mejor cirujano plástico podría haberlo hecho así.
Tan sólo parece que me he quemado un poco con el sol, cuando el
brazo debió de quedar abrasado por completo. Ahora te lo cuento,
déjame beber primero un poco de esa agua.
Nunca estás en los
momentos que más te necesito, Jan.
Estaba en un pasillo
con grandes ventanales. Tuve un presentimiento y me detuve para
mirar. El horizonte presentaba el mismo aspecto de siempre, la nieve
seguía cubriéndolo todo ahí fuera. Entonces la vi. Pensé que eran
imaginaciones mías, pero por más que me restregaba los ojos seguía
viéndola. Era una nave de exploración, parecida a la Salvaje, con
esa aerodinámica característica que permite tanto viajar por el
espacio como atravesar una atmósfera. Parecía dirigirse hacia aquí.
Me entusiasmé ante la idea de un rescate. Como podrás imaginar, no
iba a perder el tiempo. Tenía que hacerme notar. No se me ocurrió
otra cosa que quitarme la cazadora y sacarla por la ventana. Pero
olvidé lo más importante, lo más terrible: el campo eléctrico que
cierra todas las aberturas exteriores. Antes ya me había quemado con
él, poco después de llegar aquí, pero tan sólo fueron las yemas
de los dedos. Esta vez fue el brazo derecho. El dolor era mucho más
intenso, Jan. La piel me hervía hasta el codo, parte del material
sintético de la cazadora se había derretido sobre mi mano, el olor
a carne quemada impregnó el ambiente. Es extraño que no me oyeses
gritar. Me quedé sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la
pared. No podía contener las lágrimas, me sentía al borde del
desmayo. Te llamé, pero no fuiste tú quien respondió.
Uno de ellos
apareció en silencio, elegante, seductor, casi deslizándose por el
suelo. No se parecía en absoluto a Marek. La piel, delicada como la
porcelana, ebúrnea, contrastaba profundamente con sus ropajes
oscuros, confeccionados en un material que parecía deslizarse como
agua sobre su cuerpo. Facciones sensuales, ojos grandes y zarcos,
hipnóticos, casi felinos. Oh, Jan, tendrías que haberlo visto. Era
extremadamente bello. Nunca lo hubiera pensado de un ser así. Me
tocó la frente. Su mano estaba fría, muy fría. Me pareció que
sonreía, presumiendo de colmillos. ¿Te gustan? Pronto tú también
los tendrás, parecía decirme. Su mirada me dictaba la respuesta.
Estuve a punto de pronunciarla en voz alta, pero de repente tuve
miedo. De haber podido, habría salido corriendo, pero el cuerpo no
me respondía. Después, todo se volvió negro.
En esos momentos de
tensión, me acordé de Shasa y de la última vez que hicimos el
amor. Qué habrá sido de él. Luego te imaginé a ti buscándome por
la casa, temiéndote que me hubiera convertido en una de ellos.
Dices que me
encontraste ya aquí, tumbada en la cama y en una especie de estado
de hibernación, con un potingue desconocido en la herida. ¿Ha
pasado mucho tiempo desde entonces? Yo tengo menos formas de saberlo
que tú, Jan, pero también supongo que ha sido mucho. No tengo ganas
de discutir.
¿Has encendido tú
el fuego? ¿No? Es la primera vez que veo uno de aspecto tan cálido
por aquí. ¿Y los recipientes de encima de la mesa? Ya, tampoco.
Tengo una sospecha; no, más bien un presentimiento. Dicen que
sienten mayor atracción hacia las mujeres; sin embargo, los hombres
que venían conmigo cayeron al principio y yo aún sigo viva. Sí, tú
también eres un hombre, pero eres distinto a ellos. No sé, pero
parece que me quieren viva y sana. Porque si no eres tú el que me ha
curado, ¿quién puede haber sido, sino ellos?
VI
Tú dirás lo que
quieras, pero tengo la impresión de que cuantas más escaleras
bajamos, más arriba nos encontramos. Y, en cambio, el horizonte
parece estar siempre en el mismo lugar. Cualquiera diría que ya
hemos pasado por aquí, pero es completamente imposible. Todas las
paredes, todas las escaleras son iguales, pero la casa no deja de
cambiar. Si algún día regresamos, sería interesante proponer un
estudio científico sobre su verdadera naturaleza.
¿Nunca te has
preguntado quiénes construyeron todo esto? ¿Cómo eran? ¿Por qué
lo hicieron y, sobre todo, por qué lo abandonaron sin llevarse nada?
Por lo que he visto hasta el momento, debieron de tener conocimientos
tecnológicos y científicos avanzados. Incluso de las ciencias
ocultas, Jan. La tecnología (o por lo menos la nuestra) no podría
haber hecho funcionar este gigantesco laberinto con todo tipo de
comodidades, salvo en realidad virtual. Y tenían también bastante
gusto en la decoración.
Sí, Shasa y yo ya
lo pensamos, pero al final llegamos a la conclusión de que habían
llegado después. Ellos no son tan inteligentes como para hacerlo. ¿O
sí? De todas formas, creo que los seres que vivieron aquí se les
parecían mucho: ojos grandes para poder ver en la perpetua penumbra
de este mundo, piel clara, casi blanca, por la falta de exposición a
la luz de su estrella, capacidad de resistencia ante el frío.
Yo tampoco descarto
la posibilidad de que se fueran a vivir a otro lugar del planetoide,
pero, en tal caso, ¿por qué no han vuelto? ¿Fueron ellos quienes
les obligaron a marcharse?
VII
esta habitación es
mucho más grande que la mayoría, ¿no? Parece un salón
especialmente habilitado para nosotros. Oye, quizá deberíamos dar
la vuelta y buscar otra. No me acaban de gustar las habitaciones tan
grandes. ¿Bromeas? Déjame ver. Cielos, es cierto. Lo que hay detrás
de la cortina roja resulta tan tentador... Apuesto a que ningún
hotel temático tiene una suite así. ¿Está caliente? Mmm... No
puedo resistirme, voy a darme un baño. Creo que cabemos los dos, así
que, hum, si te apetece...
Hacía tiempo que no
me daba un baño así. Incluso creo que hace tiempo que no me daba un
baño. ¿Jan? ¿Eres tú? Córrete un poco a la derecha, que no te
veo en el espejo. ¿Jan? ¿No me oyes? Ah. Qué extraño. No, nada.
Ahora voy.
¿Te gusta el
vestido que he encontrado? Muchas gracias. Es igual al que llevaba
él, se ajusta perfectamente a mi cuerpo, como una capa de agua
negra. Y es muy suave. Parece que cambia de color, ¿no? Depende de
cómo le dé la luz, adquiere reflejos azulados o rojizos. Creo que
el dibujo de la mantilla es un arabesco, aunque no conozco las
figuras que hay en medio.
Ya tenía ganas de
quitarme la ropa de Marek. Me extraña que no haya nada para ti.
Bueno, primero mira si hay algo para comer, y luego ya veremos.
Nunca había visto
una terraza en la casa. Ni siquiera imaginaba que pudiera tener una.
No, espera. Tira antes esta almohada. El campo eléctrico empieza en
la barandilla. ¡Ah!, después de tanto tiempo... Ya no recordaba el
contacto de la brisa sobre la cara. La aurora es más bonita desde
aquí, con todas esas luces azules, verdes, violetas y naranjas
flotando sobre nosotros. Me apetece bailar, Jan. When a fella meets a
girl in Switzerland there's a certain thing he's gotta do. He can
never, never take her by the hand till he learns to toolie oolie doo.
Veeenga, aaanda. Sólo uno... ¡Joder, ya lo sé!, pero, ¿no puedes
olvidarte de la casa y de toda esta mierda un momento y bailar
conmigo? La casa me importa ahora... ¡Dios, la casa! Es... es...
¿infinita? No, no puede ser. No puede extenderse más allá del
horizonte. ¡Tiene que terminar en algún sitio!
Los oigo, Jan, pero
no tengo ánimos para entrar de nuevo. ¿Quién quiere entrar en un
lugar que no termina en ninguna parte? Déjame si quieres, no te
obligo a quedarte. Entra, acércate al fuego, métete en la cama si
te apetece. Pero no me hagas volver a mí. Hasta ellos salen,
mientras tú te empeñas en lo contrario. ¡Salen! Uno. Dos. Tres.
Cinco. ¡Sólo cinco! No vengas si no quieres, pero saltan desde las
ventanas de esta misma planta, ágiles, ligeros. Los campos
eléctricos no les afectan. La ropa ondea al viento como una cascada
negra y rojiza que resbalara sobre su cuerpo. Bellos. Fascinantes.
Peligrosos. No hay ninguna mujer entre ellos. Se posan sobre la nieve
suavemente, sin dejar huella alguna. Parece que llaman a alguien. Sí,
llaman a alguien, y uno debe de ser el jefe. Se han acercado unos
cuadrúpedos peludos de color indefinible. Parece que... sí, van a
montar sobre ellos, como si fueran caballos o algo por el estilo.
Corren raudos como el viento, hacia el bosque. Toda esa algarabía la
están montando ellos.
Creía que no iban
en grupo, pero parece que estaba equivocada. Por su comportamiento,
me da la impresión que están organizados de algún modo. Uno tiene
influencia sobre el resto. Por lo demás, hoy debían de estar
contentos, aunque se me escapa la razón. No han vuelto todavía,
pero no, voy a reprimir mi curiosidad y no voy a quedarme
esperándolos. Estoy cansada, Jan. Ahora no quiero arrumacos.
VIII
¿Jan? ¿Hoy no te
has ido? Dime, ¿he soñado que un perro ladraba o tú también lo
has oído? ¿Lo has oído ahora? Corre, abre la puerta. ¡Jan, que
sólo es un perro! ¡Abre! Uohoho... ¡Muzzy! ¡Ven acá, bonito!
Jajajaja... Yo también me alegro de verte.
Aparta un poco,
precioso. ¡Jan, mira a ver si viene alguien por el pasillo! ¿Jan?
Oh, no me digas que se ha largado. ¡Jan, vuelve! ¡Ya sé que no te
gustan los perros, pero Muzzy es distinto! Nada, bonito, se ha ido.
Menos mal que ahora te tengo también a ti. Pero dime, ¿dónde está
Shasa? ¿No venía contigo? ¿Pero está bien, verdad? Seguro que él
te ha mandado a buscarme. Sí, seguro. Entonces, pequeño, llévame
con él. ¡Espérame!
¿Ya estás cansado?
Yo sí, así que me alegro de que hayas decidido que nos quedemos en
esta habitación. ¿Qué has encontrado? Puaj, vaya bicho. Parece un
lagarto peludo y sanguinolento. Si quieres comértelo tú, adelante.
Yo prefiero los frutos.
Ven, túmbate aquí,
quiero tenerte a mi regazo. Jan ya volverá, cuando se le pase la
impresión. Una vez le mordió un perro, y desde entonces no quiere
acercarse a ninguno. Yo le he dicho que tú eres distinto, a pesar de
que parezcas un pastor alemán bastante feroz.
Jan es un tanto
extraño. Me lo encontré hace tiempo en una habitación. Tenía tan
mal aspecto como yo. Al principió ambos nos pusimos a la defensiva:
él podía ser uno de ellos, yo también podía serlo. Después
empezamos a intimar, y hasta ahora.
Se suele ir cuando
termina la aurora y vuelve poco antes de que empiece. Pasamos buenos
ratos juntos, y tengo que reconocer que físicamente me atrae. Hasta
que apareciste tú, sólo nos teníamos el uno al otro, y creo que
sin él me habría vuelto loca.
Pero me deja sola,
Muzzy. Shasa no lo haría. Y tengo miedo de que le pase lo que a
vosotros, que un día la casa lo atrape y no le deje volver. ¿Tú no
me dejarás, verdad? Y pronto me llevarás con Shasa.
Ayer armaron una
buena algarabía, pero hoy están bastante tranquilos, ¿no?
No sé por qué (y
espero que no te ofendas), pero se me acaba de ocurrir una tontería:
Muzzy es nombre de perro.
IX
¿Por qué no vamos
a otra habitación? Está casi vacía... ¿Qué ocurre, pequeño?
Shhh.... Tranquilo, tranquilo. ¿Les tienes miedo? Pero, ¿por qué?
Aquí dentro no pueden hacernos nada. De acuerdo. Ven, déjame que te
coja. Acurrúcate.
Pero, ¿por qué te
asustan? Están cantando igual que siempre, Muzzy. La misma melodía,
pequeño. Y hoy te asustan. ¿Hay algo que a mí se me escapa? Por
supuesto, bonito, que a mí se me escapan muchas cosas, pero ¿qué
puede ser? Me preocupan Shasa y Jan.
¡Pero...!
¡Tranquilo, que no ocurre nada! Pronto se irán. Ssshhh... Quieto,
quieto. Ponte bien, anda. Así. Ssshhhh... ¡ AAAAAAAAAHHHHHHH!
X
¡Oh, Jan, menos mal
que me has encontrado! Muzzy me mordió. No, no me salgas con que «ya
te lo dije yo, Muzzy es un perro y no puedes confiar tanto en él».
Muzzy no es así, en serio. Hubo algo... Verás, cuando empezaron lo
cantos insistió en meterse en una habitación totalmente vacía
estaba muy asustado. Se acurrucó conmigo, escondiendo la cabeza
entre mis brazos. Poco antes de que se lucieran, en el apogeo de sus
cantos, se puso muy nervioso. Intenté calmarlo, pero se ensañó
conmigo (ya ves cómo me ha dejado el brazo izquierdo). Nunca lo
había hecho. Es más, nunca lo había visto así. Siempre ha sido un
perro muy tranquilo y dócil, Jan, pero... ¡oh, Dios!, anoche era
una autentica bestia asesina. Y ese brillo en sus ojos... Después de
soltarme, salió corriendo. La puerta estaba abierta. Me envolví el
brazo en la mantilla y también me marché de allí. Esta es la
primera habitación que he encontrado. Tiene cristales y cortinas en
las ventanas; las chimeneas ya estaban encendidas cuando llegué y el
agua de esa fuente es la más fresca que he probado hasta ahora. Creo
que por fin hemos llegado al nivel del suelo, Jan, ¡por fin! Lamento
que no haya más sillones que éste. Ya que estás aquí, por favor,
ayúdame a quitarme el trozo de tela. Lo he sacado de una de las
cortinas. ¡No, no tires así! Ughhh... De momento no presenta peor
aspecto que anoche. Sólo espero que no se infecte, no quiero
pudrirme por culpa de la gangrena. Aparta, voy a levantarme para
lavármela. A ver, ponme este otro trozo, y apriétalo bien para que
no se caiga. Gracias.
Estoy cansada y
aturdida, Jan. Me gusta esta sala, con ese fuego fatuo ardiendo en
las chimeneas y el agua fluyendo en la fuente.
XI
La herida no
presenta buen aspecto. El brazo está hinchado y no puedo moverlo.
Sólo siento la sangre latiendo en él.
El fuego aún no se
ha apagado y el agua sigue corriendo, ¿verdad? Mírala. Se desliza a
los pies de un ser similar a ellos: ojos grandes, figura elegante,
colmillos largos. Alrededor de él la piedra toma forma de flores y
hojas (¿habrá flores y hojas en este mundo?), dibuja también
extraños símbolos sobre su cabeza. Es hermoso, Jan. Muy hermoso.
When you get lonely
now you know what to do: Toolie oolie dooli doo. And make your dreams
come true...
Me encanta. Creo que
ya te la he cantado alguna vez, pero nunca te he hablado de lo que
significa para mí. Es una polka anterior incluso a la Era Espacial.
Nuestra polka. Me la enseñó Shasa y desde entonces la bailábamos a
menudo. Tenía una grabación, pero le gustaba cantarla a él. Al
final siempre acabábamos en la cama. La melodía tiene una magia
especial, ¿no crees?
A Shasa le gusta la
música antigua. Solía decir que las mazurcas están hechas de maíz.
La verdad es que decía mil estupideces para argumentar una estupidez
mayor, pero resultaba imposible no creerle. No sé por qué me he
acordado de esto ahora.
Desde aquí se ve la
aurora boreal. Hoy parece más rojiza que de costumbre, más mágica.
No, no tengo hambre, ni sed, ni ganas de levantarme del sillón.
Aunque, Jan, si me ayudaras, me gustaría sentarme en el suelo
contigo, acurrucarme junto a ti. La cabeza y la herida me arden,
mientras que por el resto de mi cuerpo corre un sudor frío. Malo,
Jan, malo. No, no soy pesimista, tan sólo realista. No me sueltes,
por favor.
Jan, aunque no me
creas, te quiero. Tal vez a mi manera, de forma distinta de la que a
ti te gustaría, pero te quiero.
XII
Tengo mucho frío.
Dame la mano. Es el fin, Jan. El fin que me negaba a aceptar. Durante
todo este tiempo hemos vivido a expensas de ellos, de una forma u
otra. Parece que a ti te siguen queriendo vivo, pero a mí no. Han
pasado tres horas desde que Muzzy me mordió y, al contrario que las
veces anteriores, no ha aparecido ninguno. Es inútil negarlo: tengo
miedo. Vendrán dentro de poco, casi puedo decir que los siento
acercarse por el pasillo. Vete, Jan. Tú puedes salvarte. Puedes
sobrevivir más tiempo. No creo que mi ausencia te lo impida. Oh, me
halaga saberlo, pero no quiero que cometas ninguna tontería. Estoy
segura de que, el día que me quemé, vi una nave. No tardarán en
volver y rescatarte. Dame un último beso, Jan, y vete. Adiós.
No quiero abrir los
ojos, aunque tampoco tengo muchas fuerzas para ello. Jan se ha debido
de marchar ya. Algo frío me acaricia la mano y empieza a desatar el
trozo de cortina. Oigo susurros. Tengo miedo.
No te asustes,
Pequeña. Tan sólo dos acompañan al nuevo jefe. Parece que tuvo
problemas con el resto del grupo, pero al final logró imponer su
autoridad. Los otros se han convertido en polvo. Y todo por ti,
pequeña, porque el jefe te quiere. Quizá tanto o más que tú a él,
pero no más que yo.
Dijiste que no
abrirías los ojos, pero no has podido evitarlo. And he charms her
like magic when he yodels this tune. Toolie oolie doolie doo, beneath
the Alpine moon. Su mirada azul ha terminado de derrumbarte. Sí, es
él. Es tu querido Shasa el que te lame la herida cuidadosamente. Lo
hace de una forma que logra excitarte. ¿Hacía lo mismo cuando
estabais en la Salvaje, después de bailar vuestra polka? Los otros
dos tan sólo miran, murmurando. Vuelves a cerrar los ojos, echando
la cabeza hacia atrás. Tu pulso y tu respiración se aceleran. Su
mano asciende lentamente por tu brazo, tu hombro, tu pecho. Sientes
su boca detrás de la oreja, la sientes avanzar hasta rozar
fugazmente la tuya. Su beso sabe a sangre. Continúa explorando tu
cuello, un cuello que conoce tan bien como yo. Los murmullos de los
otros parecen dictaminar el frenético latir de tu corazón. Estás
al borde del orgasmo, ¿verdad? Sus colmillos se clavan entonces en
tu carne, directamente en la yugular, provocándote un placer que
nunca antes habías experimentado. Gritas. No lo sabes, Niña, pero
algo está cambiando en tu interior a velocidad de vértigo. En pocos
minutos nada será como antes.
The echo goes higher
and higher, and soon their hearts are both on fire. Tu corazón se
para. El se aparta entonces de ti. Abres los ojos. Sus labios están
teñidos de carmín. Ahora lo ves todo diferente, ¿cierto? Tienes
sed. Te ofrecen una alimaña moribunda, como aquélla a la que
hiciste ascos cuando estabas con Muzzy. Esta vez bebes su sangre
ávidamente.
Antes de que me
destierres por completo de tu lado, debes saber que, al contrario que
Shasa, yo nunca te he abandonado: tu mente y yo somos una misma cosa.
Adiós, Pequeña. Los vampiros nativos tienen una diosa a la que
adorar.
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