miércoles, 7 de julio de 2021

Bajo la aurora. Blanca Martínez Sancho.

I
No sé por qué empiezo ahora a contarte esto. No sé por qué te lo cuento precisamente a ti, mi compañero desde hace tanto tiempo. Quizá sea la oprimente atmósfera que se cierne hoy sobre la casa, o el inacabable crepúsculo nevado de ahí fuera. En cualquier caso, quiero que me escuches una vez más. Hoy quiero que hagamos las presentaciones de nuevo.
Ya sé que mi nombre no te importa. Para ti siempre seré «Pequeña», o «Niña», a pesar de que supero la treintena. Antes de llegar aquí, tenía a mi cargo el Grupo de Exploración XIX y la Salvaje. Venían conmigo cuatro hombres: Marek, Félix, Giovanni y Shasa.
Nunca me gustó mi mundo, ni lo que había allí. Un buen día me escapé de casa, siendo aún una cría, y cogí la primera lanzadera que pillé. Acabé en Tejana, el mundo-academia militar del sistema, donde conocí a un chiquito bastante majo que después murió en el accidente de la Colombia, no sé si lo recordarás. Intimamos bastante, tanto que llegamos a tener un hijo. El muchacho debe andar ahora por algún lugar a varios años luz de aquí. O incluso puede que ya haya muerto. Lo recuerdo como un crío de tres años que me mira lloroso mientras yo le doy la espalda para embarcarme por primera vez en la Salvaje, con Shasa metiéndome prisa para subir. Engaña la impresión de que no ha pasado mucho tiempo desde entonces.
Oigo un canto por algún lugar de la casa, y puedo ver los destellos de la aurora boreal. Ya sabes que eso significa el comienzo de la noche en este planetoide. Es hora de buscarse una habitación para dormir y, de paso, protegernos de ellos.




II
Lo sé, ha pasado bastante tiempo y no debería darle más vueltas, pero no puedo evitarlo. Si no hubiera hecho caso a la IA nodriza, Shasa no se habría aproximado al campo gravitatorio y nada de esto hubiera ocurrido. Tienes razón, entonces no nos habríamos conocido, pero mi tripulación seguiría sana y salva. Y Shasa aún estaría conmigo.
Durante todos estos años como exploradora, él ha sido mi fiel compañero. Rió conmigo en los momentos buenos, me apoyó en los malos. Lo nuestro iba más allá de una relación lúdico-sexual cualquiera. Y, lo más importante, creyó en mí, Jan.
Dicen que en el ejército están prohibidos el amor y la amistad; empiezo a pensar que tienen razón. Ahora que no está a mi lado me doy cuenta de lo mucho que le quiero.
No, Jan, no. No puedo olvidarlo. Y no puedo pensar en él como si estuviera muerto. Fue el último en desaparecer. Y el perro lo acompañaba. Oh, Jan, cuando el corredor se cerró sentí que el mundo se terminaba de hundir bajo mis pies. Golpeé el muro hasta hacerme daño, pero no conseguí nada. A veces me parecía oírle gritar, otras creía que Muzzy ladraba. Pero el tiempo ha pasado y aún no han vuelto.
No estarás celoso, ¿verdad? Parece que me quisieras estrangular con la mirada. Sí, ahora eres tú quien está conmigo, pero no eres él. Él no desaparecía por las mañanas, no me dejaba sola hasta poco antes de la aurora boreal, como haces tú. Conozco tu excusa de explorar la casa, pero después de tanto tiempo como dices que llevas aquí, ¿no sabes que eso es peligroso? Puedes encontrarte con uno de ellos, o perderte, o quedarte encerrado. No sé cómo te las arreglas para regresar siempre, pero no me gustaría volver a quedarme sola.


Eso de ahí encima parece comida. ¿Nunca te has preguntado por qué siguen alimentándonos?


III
¡Por Dios, Jan, creía que no volvería a encontrarte! Poco después de irte, la casa me ha dejado atrapada en un pasillo, sin puertas, sin ventanas. Nunca antes me había sucedido. He debido de pasar horas ahí dentro. Cuando he empezado a oír los cantos casi pierdo los nervios. No podía respirar, la cabeza iba a estallarme. Lloré. Entonces oí gritar a alguien y poco después se abrió una escalera hacia arriba. Ah, pensaba que habías gritado tú. Quizá fueron alucinaciones mías. De todas formas, me alegro de estar de nuevo junto a ti.
Shasa y yo llegamos a la conclusión de que la casa tiene vida propia. Parece crecer y reformarse continuamente. Las paredes cambian de lugar en cuestión de segundos, aparecen y desaparecen pasillos y escaleras, se cierran y abren huecos de puertas y ventanas. Lo único que parece permanecer inamovible son las habitaciones, aunque es imposible encontrarse dos veces con la misma. Ignoro su superficie y su altura, y por el momento no creo que llegue a saberlo. Habría que verla por fuera. ¿Tú la viste al llegar? Ya, igual que nosotros. Aparecimos de repente en medio de un gran salón.
Es una especie de laberinto gigantesco, aparentemente irresoluble y sin principio ni fin conocidos. Parece que estamos dentro de un videojuego antiguo. Pero yo no me resigno a quedarme aquí para siempre. Tiene que haber alguna forma de salir. No digas tonterías. Yo no quiero tener más hijos, y menos aquí dentro. ¿Qué quieres, que formemos las doce tribus de Israel? No, me niego. Encontraré a Shasa y saldremos de aquí. Estoy segura de que ellos saben como hacerlo.


 

IV

Aún no habías llegado cuando me encontré algo en el pasillo. La última vez que vi un montón de polvo similar fue cuando me enfrenté a Marek. Mientras yo me ocupaba de doblar su uniforme para llevármelo, su cuerpo se deshizo.
Fue unos meses después de que desapareciera Shasa. Tropecé con él en una habitación. Lo llamé por su nombre. Al principio pensé que estaba bien, pero luego me di cuenta de lo que le pasaba. Tenía un aspecto más seductor de lo que yo recordaba, sus ojos eran más grandes y su sonrisa más brillante. Me pareció extremadamente atractivo. Por primera vez en mi vida me sentí atraída por él. Se había convertido en uno de ellos. Se me abalanzó como si fuera un animal. Intentaba morderme. Me defendí como pude, pero cuando creí que todo se había acabado, ocurrió algo. El piercing que llevaba en la oreja debió de rozarle la cara, porque se apartó rápidamente, gritando de dolor. El acero les daña, Jan. Así que me lo quité y se lo hice tragar. Y mientras se retorcía de dolor en el suelo le abrí la cabeza con una especie de candelabro que había allí. Cuando se dejó de mover lo desnudé. Después se convirtió en polvo.
Polvo eres y en polvo te convertirás. Se convierten en polvo cuando mueren. Una vez me dijiste que mataste a uno. ¿Y no lo viste desintegrarse? Quizá te fuiste demasiado rápido. ¿Por casualidad no habrás matado tú a este? Entonces sólo quedan dos opciones: a) que quede alguno de los nuestros en la casa (Shasa, tal vez); b) que ahora se estén matando entre ellos. Me gustaría que fuera la primera.
Polvo eres y en polvo te convertirás. Si nos encuentran, acabaremos por ser igual que ellos. Y parece que a ellos sólo les espera el polvo.
¿No te parece que hoy sus cantos son más tétricos que de costumbre?


V
¿Hola? ¿Jan, eres tú? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Me has traído tú aquí? No, no me toques; la piel me sigue ardiendo. ¿Y la quemadura? No digas tonterías, ni el mejor cirujano plástico podría haberlo hecho así. Tan sólo parece que me he quemado un poco con el sol, cuando el brazo debió de quedar abrasado por completo. Ahora te lo cuento, déjame beber primero un poco de esa agua.
Nunca estás en los momentos que más te necesito, Jan.
Estaba en un pasillo con grandes ventanales. Tuve un presentimiento y me detuve para mirar. El horizonte presentaba el mismo aspecto de siempre, la nieve seguía cubriéndolo todo ahí fuera. Entonces la vi. Pensé que eran imaginaciones mías, pero por más que me restregaba los ojos seguía viéndola. Era una nave de exploración, parecida a la Salvaje, con esa aerodinámica característica que permite tanto viajar por el espacio como atravesar una atmósfera. Parecía dirigirse hacia aquí. Me entusiasmé ante la idea de un rescate. Como podrás imaginar, no iba a perder el tiempo. Tenía que hacerme notar. No se me ocurrió otra cosa que quitarme la cazadora y sacarla por la ventana. Pero olvidé lo más importante, lo más terrible: el campo eléctrico que cierra todas las aberturas exteriores. Antes ya me había quemado con él, poco después de llegar aquí, pero tan sólo fueron las yemas de los dedos. Esta vez fue el brazo derecho. El dolor era mucho más intenso, Jan. La piel me hervía hasta el codo, parte del material sintético de la cazadora se había derretido sobre mi mano, el olor a carne quemada impregnó el ambiente. Es extraño que no me oyeses gritar. Me quedé sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. No podía contener las lágrimas, me sentía al borde del desmayo. Te llamé, pero no fuiste tú quien respondió.
Uno de ellos apareció en silencio, elegante, seductor, casi deslizándose por el suelo. No se parecía en absoluto a Marek. La piel, delicada como la porcelana, ebúrnea, contrastaba profundamente con sus ropajes oscuros, confeccionados en un material que parecía deslizarse como agua sobre su cuerpo. Facciones sensuales, ojos grandes y zarcos, hipnóticos, casi felinos. Oh, Jan, tendrías que haberlo visto. Era extremadamente bello. Nunca lo hubiera pensado de un ser así. Me tocó la frente. Su mano estaba fría, muy fría. Me pareció que sonreía, presumiendo de colmillos. ¿Te gustan? Pronto tú también los tendrás, parecía decirme. Su mirada me dictaba la respuesta. Estuve a punto de pronunciarla en voz alta, pero de repente tuve miedo. De haber podido, habría salido corriendo, pero el cuerpo no me respondía. Después, todo se volvió negro.
En esos momentos de tensión, me acordé de Shasa y de la última vez que hicimos el amor. Qué habrá sido de él. Luego te imaginé a ti buscándome por la casa, temiéndote que me hubiera convertido en una de ellos.
Dices que me encontraste ya aquí, tumbada en la cama y en una especie de estado de hibernación, con un potingue desconocido en la herida. ¿Ha pasado mucho tiempo desde entonces? Yo tengo menos formas de saberlo que tú, Jan, pero también supongo que ha sido mucho. No tengo ganas de discutir.
¿Has encendido tú el fuego? ¿No? Es la primera vez que veo uno de aspecto tan cálido por aquí. ¿Y los recipientes de encima de la mesa? Ya, tampoco. Tengo una sospecha; no, más bien un presentimiento. Dicen que sienten mayor atracción hacia las mujeres; sin embargo, los hombres que venían conmigo cayeron al principio y yo aún sigo viva. Sí, tú también eres un hombre, pero eres distinto a ellos. No sé, pero parece que me quieren viva y sana. Porque si no eres tú el que me ha curado, ¿quién puede haber sido, sino ellos?


VI
Tú dirás lo que quieras, pero tengo la impresión de que cuantas más escaleras bajamos, más arriba nos encontramos. Y, en cambio, el horizonte parece estar siempre en el mismo lugar. Cualquiera diría que ya hemos pasado por aquí, pero es completamente imposible. Todas las paredes, todas las escaleras son iguales, pero la casa no deja de cambiar. Si algún día regresamos, sería interesante proponer un estudio científico sobre su verdadera naturaleza.
¿Nunca te has preguntado quiénes construyeron todo esto? ¿Cómo eran? ¿Por qué lo hicieron y, sobre todo, por qué lo abandonaron sin llevarse nada? Por lo que he visto hasta el momento, debieron de tener conocimientos tecnológicos y científicos avanzados. Incluso de las ciencias ocultas, Jan. La tecnología (o por lo menos la nuestra) no podría haber hecho funcionar este gigantesco laberinto con todo tipo de comodidades, salvo en realidad virtual. Y tenían también bastante gusto en la decoración.
Sí, Shasa y yo ya lo pensamos, pero al final llegamos a la conclusión de que habían llegado después. Ellos no son tan inteligentes como para hacerlo. ¿O sí? De todas formas, creo que los seres que vivieron aquí se les parecían mucho: ojos grandes para poder ver en la perpetua penumbra de este mundo, piel clara, casi blanca, por la falta de exposición a la luz de su estrella, capacidad de resistencia ante el frío.
Yo tampoco descarto la posibilidad de que se fueran a vivir a otro lugar del planetoide, pero, en tal caso, ¿por qué no han vuelto? ¿Fueron ellos quienes les obligaron a marcharse?


VII
esta habitación es mucho más grande que la mayoría, ¿no? Parece un salón especialmente habilitado para nosotros. Oye, quizá deberíamos dar la vuelta y buscar otra. No me acaban de gustar las habitaciones tan grandes. ¿Bromeas? Déjame ver. Cielos, es cierto. Lo que hay detrás de la cortina roja resulta tan tentador... Apuesto a que ningún hotel temático tiene una suite así. ¿Está caliente? Mmm... No puedo resistirme, voy a darme un baño. Creo que cabemos los dos, así que, hum, si te apetece...
Hacía tiempo que no me daba un baño así. Incluso creo que hace tiempo que no me daba un baño. ¿Jan? ¿Eres tú? Córrete un poco a la derecha, que no te veo en el espejo. ¿Jan? ¿No me oyes? Ah. Qué extraño. No, nada. Ahora voy.
¿Te gusta el vestido que he encontrado? Muchas gracias. Es igual al que llevaba él, se ajusta perfectamente a mi cuerpo, como una capa de agua negra. Y es muy suave. Parece que cambia de color, ¿no? Depende de cómo le dé la luz, adquiere reflejos azulados o rojizos. Creo que el dibujo de la mantilla es un arabesco, aunque no conozco las figuras que hay en medio.
Ya tenía ganas de quitarme la ropa de Marek. Me extraña que no haya nada para ti. Bueno, primero mira si hay algo para comer, y luego ya veremos.
Nunca había visto una terraza en la casa. Ni siquiera imaginaba que pudiera tener una. No, espera. Tira antes esta almohada. El campo eléctrico empieza en la barandilla. ¡Ah!, después de tanto tiempo... Ya no recordaba el contacto de la brisa sobre la cara. La aurora es más bonita desde aquí, con todas esas luces azules, verdes, violetas y naranjas flotando sobre nosotros. Me apetece bailar, Jan. When a fella meets a girl in Switzerland there's a certain thing he's gotta do. He can never, never take her by the hand till he learns to toolie oolie doo. Veeenga, aaanda. Sólo uno... ¡Joder, ya lo sé!, pero, ¿no puedes olvidarte de la casa y de toda esta mierda un momento y bailar conmigo? La casa me importa ahora... ¡Dios, la casa! Es... es... ¿infinita? No, no puede ser. No puede extenderse más allá del horizonte. ¡Tiene que terminar en algún sitio!
Los oigo, Jan, pero no tengo ánimos para entrar de nuevo. ¿Quién quiere entrar en un lugar que no termina en ninguna parte? Déjame si quieres, no te obligo a quedarte. Entra, acércate al fuego, métete en la cama si te apetece. Pero no me hagas volver a mí. Hasta ellos salen, mientras tú te empeñas en lo contrario. ¡Salen! Uno. Dos. Tres. Cinco. ¡Sólo cinco! No vengas si no quieres, pero saltan desde las ventanas de esta misma planta, ágiles, ligeros. Los campos eléctricos no les afectan. La ropa ondea al viento como una cascada negra y rojiza que resbalara sobre su cuerpo. Bellos. Fascinantes. Peligrosos. No hay ninguna mujer entre ellos. Se posan sobre la nieve suavemente, sin dejar huella alguna. Parece que llaman a alguien. Sí, llaman a alguien, y uno debe de ser el jefe. Se han acercado unos cuadrúpedos peludos de color indefinible. Parece que... sí, van a montar sobre ellos, como si fueran caballos o algo por el estilo. Corren raudos como el viento, hacia el bosque. Toda esa algarabía la están montando ellos.
Creía que no iban en grupo, pero parece que estaba equivocada. Por su comportamiento, me da la impresión que están organizados de algún modo. Uno tiene influencia sobre el resto. Por lo demás, hoy debían de estar contentos, aunque se me escapa la razón. No han vuelto todavía, pero no, voy a reprimir mi curiosidad y no voy a quedarme esperándolos. Estoy cansada, Jan. Ahora no quiero arrumacos.


VIII
¿Jan? ¿Hoy no te has ido? Dime, ¿he soñado que un perro ladraba o tú también lo has oído? ¿Lo has oído ahora? Corre, abre la puerta. ¡Jan, que sólo es un perro! ¡Abre! Uohoho... ¡Muzzy! ¡Ven acá, bonito! Jajajaja... Yo también me alegro de verte.
Aparta un poco, precioso. ¡Jan, mira a ver si viene alguien por el pasillo! ¿Jan? Oh, no me digas que se ha largado. ¡Jan, vuelve! ¡Ya sé que no te gustan los perros, pero Muzzy es distinto! Nada, bonito, se ha ido. Menos mal que ahora te tengo también a ti. Pero dime, ¿dónde está Shasa? ¿No venía contigo? ¿Pero está bien, verdad? Seguro que él te ha mandado a buscarme. Sí, seguro. Entonces, pequeño, llévame con él. ¡Espérame!
¿Ya estás cansado? Yo sí, así que me alegro de que hayas decidido que nos quedemos en esta habitación. ¿Qué has encontrado? Puaj, vaya bicho. Parece un lagarto peludo y sanguinolento. Si quieres comértelo tú, adelante. Yo prefiero los frutos.
Ven, túmbate aquí, quiero tenerte a mi regazo. Jan ya volverá, cuando se le pase la impresión. Una vez le mordió un perro, y desde entonces no quiere acercarse a ninguno. Yo le he dicho que tú eres distinto, a pesar de que parezcas un pastor alemán bastante feroz.
Jan es un tanto extraño. Me lo encontré hace tiempo en una habitación. Tenía tan mal aspecto como yo. Al principió ambos nos pusimos a la defensiva: él podía ser uno de ellos, yo también podía serlo. Después empezamos a intimar, y hasta ahora.
Se suele ir cuando termina la aurora y vuelve poco antes de que empiece. Pasamos buenos ratos juntos, y tengo que reconocer que físicamente me atrae. Hasta que apareciste tú, sólo nos teníamos el uno al otro, y creo que sin él me habría vuelto loca.
Pero me deja sola, Muzzy. Shasa no lo haría. Y tengo miedo de que le pase lo que a vosotros, que un día la casa lo atrape y no le deje volver. ¿Tú no me dejarás, verdad? Y pronto me llevarás con Shasa.
Ayer armaron una buena algarabía, pero hoy están bastante tranquilos, ¿no?
No sé por qué (y espero que no te ofendas), pero se me acaba de ocurrir una tontería: Muzzy es nombre de perro.


IX
¿Por qué no vamos a otra habitación? Está casi vacía... ¿Qué ocurre, pequeño? Shhh.... Tranquilo, tranquilo. ¿Les tienes miedo? Pero, ¿por qué? Aquí dentro no pueden hacernos nada. De acuerdo. Ven, déjame que te coja. Acurrúcate.
Pero, ¿por qué te asustan? Están cantando igual que siempre, Muzzy. La misma melodía, pequeño. Y hoy te asustan. ¿Hay algo que a mí se me escapa? Por supuesto, bonito, que a mí se me escapan muchas cosas, pero ¿qué puede ser? Me preocupan Shasa y Jan.
¡Pero...! ¡Tranquilo, que no ocurre nada! Pronto se irán. Ssshhh... Quieto, quieto. Ponte bien, anda. Así. Ssshhhh... ¡ AAAAAAAAAHHHHHHH! 

 

X

¡Oh, Jan, menos mal que me has encontrado! Muzzy me mordió. No, no me salgas con que «ya te lo dije yo, Muzzy es un perro y no puedes confiar tanto en él». Muzzy no es así, en serio. Hubo algo... Verás, cuando empezaron lo cantos insistió en meterse en una habitación totalmente vacía estaba muy asustado. Se acurrucó conmigo, escondiendo la cabeza entre mis brazos. Poco antes de que se lucieran, en el apogeo de sus cantos, se puso muy nervioso. Intenté calmarlo, pero se ensañó conmigo (ya ves cómo me ha dejado el brazo izquierdo). Nunca lo había hecho. Es más, nunca lo había visto así. Siempre ha sido un perro muy tranquilo y dócil, Jan, pero... ¡oh, Dios!, anoche era una autentica bestia asesina. Y ese brillo en sus ojos... Después de soltarme, salió corriendo. La puerta estaba abierta. Me envolví el brazo en la mantilla y también me marché de allí. Esta es la primera habitación que he encontrado. Tiene cristales y cortinas en las ventanas; las chimeneas ya estaban encendidas cuando llegué y el agua de esa fuente es la más fresca que he probado hasta ahora. Creo que por fin hemos llegado al nivel del suelo, Jan, ¡por fin! Lamento que no haya más sillones que éste. Ya que estás aquí, por favor, ayúdame a quitarme el trozo de tela. Lo he sacado de una de las cortinas. ¡No, no tires así! Ughhh... De momento no presenta peor aspecto que anoche. Sólo espero que no se infecte, no quiero pudrirme por culpa de la gangrena. Aparta, voy a levantarme para lavármela. A ver, ponme este otro trozo, y apriétalo bien para que no se caiga. Gracias.
Estoy cansada y aturdida, Jan. Me gusta esta sala, con ese fuego fatuo ardiendo en las chimeneas y el agua fluyendo en la fuente.


XI
La herida no presenta buen aspecto. El brazo está hinchado y no puedo moverlo. Sólo siento la sangre latiendo en él.
El fuego aún no se ha apagado y el agua sigue corriendo, ¿verdad? Mírala. Se desliza a los pies de un ser similar a ellos: ojos grandes, figura elegante, colmillos largos. Alrededor de él la piedra toma forma de flores y hojas (¿habrá flores y hojas en este mundo?), dibuja también extraños símbolos sobre su cabeza. Es hermoso, Jan. Muy hermoso.
When you get lonely now you know what to do: Toolie oolie dooli doo. And make your dreams come true...
Me encanta. Creo que ya te la he cantado alguna vez, pero nunca te he hablado de lo que significa para mí. Es una polka anterior incluso a la Era Espacial. Nuestra polka. Me la enseñó Shasa y desde entonces la bailábamos a menudo. Tenía una grabación, pero le gustaba cantarla a él. Al final siempre acabábamos en la cama. La melodía tiene una magia especial, ¿no crees?
A Shasa le gusta la música antigua. Solía decir que las mazurcas están hechas de maíz. La verdad es que decía mil estupideces para argumentar una estupidez mayor, pero resultaba imposible no creerle. No sé por qué me he acordado de esto ahora.
Desde aquí se ve la aurora boreal. Hoy parece más rojiza que de costumbre, más mágica. No, no tengo hambre, ni sed, ni ganas de levantarme del sillón. Aunque, Jan, si me ayudaras, me gustaría sentarme en el suelo contigo, acurrucarme junto a ti. La cabeza y la herida me arden, mientras que por el resto de mi cuerpo corre un sudor frío. Malo, Jan, malo. No, no soy pesimista, tan sólo realista. No me sueltes, por favor.
Jan, aunque no me creas, te quiero. Tal vez a mi manera, de forma distinta de la que a ti te gustaría, pero te quiero.


XII
Tengo mucho frío. Dame la mano. Es el fin, Jan. El fin que me negaba a aceptar. Durante todo este tiempo hemos vivido a expensas de ellos, de una forma u otra. Parece que a ti te siguen queriendo vivo, pero a mí no. Han pasado tres horas desde que Muzzy me mordió y, al contrario que las veces anteriores, no ha aparecido ninguno. Es inútil negarlo: tengo miedo. Vendrán dentro de poco, casi puedo decir que los siento acercarse por el pasillo. Vete, Jan. Tú puedes salvarte. Puedes sobrevivir más tiempo. No creo que mi ausencia te lo impida. Oh, me halaga saberlo, pero no quiero que cometas ninguna tontería. Estoy segura de que, el día que me quemé, vi una nave. No tardarán en volver y rescatarte. Dame un último beso, Jan, y vete. Adiós.


No quiero abrir los ojos, aunque tampoco tengo muchas fuerzas para ello. Jan se ha debido de marchar ya. Algo frío me acaricia la mano y empieza a desatar el trozo de cortina. Oigo susurros. Tengo miedo.
No te asustes, Pequeña. Tan sólo dos acompañan al nuevo jefe. Parece que tuvo problemas con el resto del grupo, pero al final logró imponer su autoridad. Los otros se han convertido en polvo. Y todo por ti, pequeña, porque el jefe te quiere. Quizá tanto o más que tú a él, pero no más que yo.
Dijiste que no abrirías los ojos, pero no has podido evitarlo. And he charms her like magic when he yodels this tune. Toolie oolie doolie doo, beneath the Alpine moon. Su mirada azul ha terminado de derrumbarte. Sí, es él. Es tu querido Shasa el que te lame la herida cuidadosamente. Lo hace de una forma que logra excitarte. ¿Hacía lo mismo cuando estabais en la Salvaje, después de bailar vuestra polka? Los otros dos tan sólo miran, murmurando. Vuelves a cerrar los ojos, echando la cabeza hacia atrás. Tu pulso y tu respiración se aceleran. Su mano asciende lentamente por tu brazo, tu hombro, tu pecho. Sientes su boca detrás de la oreja, la sientes avanzar hasta rozar fugazmente la tuya. Su beso sabe a sangre. Continúa explorando tu cuello, un cuello que conoce tan bien como yo. Los murmullos de los otros parecen dictaminar el frenético latir de tu corazón. Estás al borde del orgasmo, ¿verdad? Sus colmillos se clavan entonces en tu carne, directamente en la yugular, provocándote un placer que nunca antes habías experimentado. Gritas. No lo sabes, Niña, pero algo está cambiando en tu interior a velocidad de vértigo. En pocos minutos nada será como antes.
The echo goes higher and higher, and soon their hearts are both on fire. Tu corazón se para. El se aparta entonces de ti. Abres los ojos. Sus labios están teñidos de carmín. Ahora lo ves todo diferente, ¿cierto? Tienes sed. Te ofrecen una alimaña moribunda, como aquélla a la que hiciste ascos cuando estabas con Muzzy. Esta vez bebes su sangre ávidamente.
Antes de que me destierres por completo de tu lado, debes saber que, al contrario que Shasa, yo nunca te he abandonado: tu mente y yo somos una misma cosa. Adiós, Pequeña. Los vampiros nativos tienen una diosa a la que adorar.


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