Está nublado en el desierto;
los Tres Reyes Malos no pueden dar un paso más sin la guía del
lucero. Acampan. Cuando se les termina el alimento, destripan a los
camellos y beben sangre. Gaspar huye con el oro, el incienso y la
mirra. Baltasar lo persigue hasta darle alcance y cercenarle ambas
manos por robar tan preciados regalos. Baltasar vuelve al campamento.
Melchor se ha comido los restos de los animales y duerme. Baltasar lo
degüella y su cabeza rueda por las infinitas dunas. Baltasar
entonces mira al cielo y grita: ¡Dios, haz que se despeje, de lo
contrario seguiré matando! Pero Dios le envía la más torrencial de
las lluvias y le dice: No puedes matar a nadie más. Estás solo.
Las aguas han tapado casi por
completo al último rey. Antes de ahogarse, farfulla: ¡Cómo que
solo! ¿Y tú?
Del blog de la autora: Ojo Travieso.
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