para qué
tal vez
podrías preguntarme para qué
sigo
funámbula
en este
arpegio de pensarte siempre
xilografía
en abismos
como
armónicos de esparto que descomponen
la piel
que no llega
el
vértigo vuelto astillas en los labios
al
compás de prismas rotos
sobre
la herida que alguna vez tallaron los relojes
sobre
la herida que como un dique aún contenía la palabra tiempo
para
qué
podrías
preguntarme para qué
tiemblo
como una trapecista
torpe
tropieza con la geometría imposible de una nube
para
qué tejo entre cuerpo y cielo una caligrafía
y en
cada serie cada palo
emerja
la detonación de todas las frases que no puedo decirte
figuras
imposibles
con el
alfabeto de mi cuerpo y su sordina
un
grito y su mordaza y
un
graznido y su cuervo tapiando mi boca
litros
de muerte arrojada en mi garganta que aún te entona por si una
migaja de luz
para
qué
la
pregunta tú cualquiera para qué
para
qué la acrobacia de kilómetros
para
qué un colchón mullido en cada cifra
abrazar
la felpa de una ecuación rajada
como un
faquir el metal
como se
abraza el óxido de un recuerdo
y
cerrar los ojos para tallarte y encontrarte
la
única noche parcheada en la que una paloma picotea
mi
horizonte izado en lodo
mientras
eres sueño siempre como un bucle lisiado
y eres
eres eres
aunque
sea en una lengua extinta que no aprendió a pronunciarte
para
qué
para
qué y en cambio
para
qué
ese
jilguero bajo el sol como una lágrima
para
qué
la
hiedra de caleidoscopio que a mediodía trepa el aire
para
qué
todos
los templos que despliega una canción
para
qué
para
qué y una vez y siempre
para
qué
si no
hay respuesta ni palabra cuando
para
qué pensarte y saber cierto
porque
existes
un
lugar mejor
Del blog de la autora: Niebla eterna.
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