lunes, 24 de octubre de 2022

Mirada mortal. Eugenio Mandrini.

Entonces vi que ese pájaro, como es costumbre en ellos, estaba posado en su rama, rígido, como de piedra, mirando allá, muy al fondo, donde el cielo se extravía en la distancia. Y de pronto salió disparado como una flecha en dirección a aquello que le afilaba los ojos, y lo hizo con tal decisión y premura como si hubiera descubierto lo imposible, algo así como el origen del tiempo o de la luz.
No llegó lejos. Como de la nada surgió un halcón y de una sola punzada le comió la vida, el vuelo y la sombra.
La inusual escena me llevó a pensar que a ese halcón lo había enviado Dios, perturbado o acaso temeroso de que ese pájaro, que no era un pájaro cualquiera sino un mirlo hablador, se atreviera a contar lo que había visto allá, muy al fondo, donde el cielo se extravía.
Si yo hubiera sido Dios, habría hecho lo mismo.
Si yo hubiera sido el mirlo, también habría hecho lo mismo.

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