Pio Gento, italiano de nacimiento,
está enamorado de Helga Tito, hermosa croata de veintiún abriles.
Pio no sabe que Charly Tan ya le ha escrito a Helga y le promete amor
eterno. En la carta dice llamarse Ron Roneo. Indecisa, Helga prefiere
guardar silencio y acechar a sus pretendientes. Con artimañas y
digitaciones, cita a Pio y a Ron al Bar Budo. Los hombres se
encuentran; Helga se deleita mirándolos a escondidas, mientras Fid,
el dueño del bar, le habla de compromiso y de utopías sociales.
Miau, contesta Helga, coqueta, relamiéndose una mano. Él,
Fid, queda impresionado de la capacidad de síntesis de la bella
joven.
Pio
se rasca la cabeza; Ron, bastante ebrio, le confiesa su verdadero
nombre: Elmo John, avecindado en Sonora. Piacere, dice Pio; la
gata es mía, responde Elmo, con la lengua traposa, y pide otro
trago a cuenta de su interlocutor.
Fid
arrincona a Helga y le toca la cola; ésta, indignada, le suelta un
arañazo. Fuck you, Fid, le espeta con elegancia. Decide
enfrentar a los pacientes varones que la esperan hace más de dos
horas.
Se
acerca lentamente. Sus ojos verdes poseen un brillo especial. Pio y
Elmo, borrachos, se ríen de la muchacha. Ah, llegó Sar Nossa,
escupe Elmo. Tenemos que celebrar a Pulgeria Alexandrova,
expectora Pio, reventando una liendre que hace un segundo rodaba por
su cuello. Helga los mira con asco, pero finge alegría. Se sienta
con ellos y pide un Mary Shelley doble. Después de un rato, Helga
también está pasada de copas y ha llegado a la 36 D. ¿Conocen a
la escritora Elf Hic?, pregunta, dándoselas de intelectual. Sí,
claro que la conocemos, gritan a coro los borrachines, nos acaba de
inventar. Antes no existíamos y ahora podemos decir “agua
va”. Los hombres vomitan arriba de la barra. Llega Fid y
exclama "hemos dicho ¡basta!", seguro del plural
mayestático. Te dije que esos dos eran unos burgueses, chica, y
se nota que nunca leyeron a Hic, en cambio yo me conozco su obra de
la pe a la pa, mi he’mana. Lo que más nos gusta de ella es su
cuento “Nanera”; ay, una delicia cuando Ba, la protagonista,
libera a su pueblo del imperialismo opresor. Quiero leerlo,
musita Helga, ¿me prestas el libro? Te lo regalamos, compañera,
hay que dar hasta que duela, y cito a J.J. Martí y Pérez: “conocer
es resolver”. Vamos a buscarlo, Fid, lo único que quiero es
leerlo, que me duela, mojarme de su sabiduría.
Fid
y Helga se besan y salen. La galesa Elf Hic, disfrazada de mesera,
barre los restos de sus personajes.
Del blog de la autora: Ojo travieso.
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