Fue un chaval sigiloso y atrevido, siempre salvaba a los compañeros en los juegos infantiles. Era al que se le ocurrían las mejores travesuras, como la de colocar el cubo de agua con polvo de tiza encima de la puerta a la espera de que entrara el maestro; el más audaz con las chicas, el único que consiguió un beso de Milagritos, la inaccesible hija del alcalde; solidario con los amigos, compartía el bocadillo de la merienda; generoso, te perdonaba los cromos y las canicas. Y fuerte, fuerte como un formón de arado, él solo sujetó la puerta de la cuadra mientras que nosotros huíamos por la gatera del pajar. Aguantó toda la tortura en el cuartelillo y aun sin uñas no nos delató. << Por mí y por todos mis compañeros>>, dicen que gritó antes de que sonara la descarga.
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