Siempre he creído
que
el horror tiene un límite
donde
detenerse y contemplar desde arriba
cómo
se retuerce
o
escupe burbujas
o
sonríe
o
apesta y se pudre ante nuestros ojos
Un
límite
que
sabemos
que
es peligroso
Donde
no hay que dar un paso más
ni
asomarse
Donde
mejor es retirarse uno o dos pasos
Aunque
estuviera provisto de pretil
al
cual aferrarse
no
habría que fiarse de él
Podría
estar resqubrajado
y
derrumbarse o desmoronarase
Nunca
he creído
que
fuera un límite consistente
pero
lo consideré una especie de aviso
«hasta
aquí pero no más»
o
«no llegar hasta el límite»
E
incluso en mis pesadillas
que
me mostraron cuán engañoso y peligroso puede ser
siempre
seguía creyendo
que
el horror tiene un límite
No
sé por qué lo creía así
pero
era un consuelo
Cien poemas apátridas, 1978.
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