La comunidad científica investiga la creciente proliferación de superhéroes que invaden pueblos y ciudades. Se analizan alimentos, mutaciones genéticas y calidad del agua para frenar su crecimiento. Las estadísticas hablan ya de un héroe por cada mil habitantes. Los policías, al igual que abogados y jueces, están ociosos y se están cerrando penales. Los ciudadanos dejan sus vehículos abiertos, no instalan alarmas en sus casas y, despreocupados por sus propiedades, no aseguran sus bienes ni ingresan su dinero en los bancos cuyo futuro empieza a ser incierto. Tampoco los bomberos tienen trabajo y ya no se molestan en entrenar, sus cuerpos empiezan a mostrar signos de flacidez y están dejando de ser objeto de deseo. Pero lo que más preocupa son los niños, cuando se les pregunta qué quieren ser de mayores, bajan la mirada y callan.
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