martes, 19 de noviembre de 2024

El parásito. Fernando Iwasaki.

No era un fibroma, ni un tumor, ni un folículo infectado, sino un mellizo marchito enquistado en su espalda como un inquilino perpetuo y satisfecho. Quizás nunca debí decirle lo que era y dejar que pensara que se trataba de un bulto de grasa cualquiera, pero aquel hombre me pareció inteligente y no dudé en mostrarle aquella miniatura atrofiada de sí mismo. Algunos pacientes no están preparados para saber lo que tienen y para contemplar sin prejuicios el infinito paisaje de las patologías humanas. Como aquel hombre que sostenía desconsolado a su gemelo nonato y que incluso le cortó el pelo y las uñitas diminutas hasta encontrarle un pálido destello, un reflejo remoto, un melancólico parecido. Soy un científico, ¿cómo podía saber si sentía o si soñaba? Dos días después de la operación falleció por causas desconocidas. El parásito le sobrevivió un día más.

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