Me
abandoné a la placidez del sueño y, cuando regresé a la vigilia,
me vi empapado y temblando de miedo. Me perdí detrás de una mujer,
y cuando me di cuenta, estaba desnudo y sin un centavo. Me dejé
flotar en el vaivén de las olas, y cuando volví en mí, me hacían
respiración artificial. Definitivamente, no puedo dejarme solo.
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