El
poeta la vio pasar, aprisa; y aprisa corrió tras ella y se quejó:
-¿Y
nada para mí? A tantos poetas que valen menos ya los has
distinguido: ¿y a mí cuándo?
La
Fama, sin detenerse, miró al poeta por encima del hombro y contestó
sonriéndole mientras apresuraba la carrera:
-Exactamente
dentro de dos años, a las cinco de la tarde, en la Biblioteca de la
Facultad de Filosofía y Letras, un joven periodista abrirá el
primer libro que publicaste y empezará a tomar notas para un estudio
consagratorio. Te prometo que allí estaré.
-¡Ah,
te lo agradezco mucho!
-Agradécemelo
ahora, porque dentro de dos años ya no tendrás voz.
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