Primero
faltó a la cita la niña de la caperuza roja.
Después,
un eclipse oscureció la luna y debió morderse el aullido.
Por
último, la manada lo declaró nada feroz, por esas gotas de soledad
que le apagaban los ojos, y fue desalojado del bosque.
Hoy
lame zapatos en la ciudad y en invierno busca el abrigo del sol como
una abuela.
excelente
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, es un micro excelente.
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