sábado, 24 de septiembre de 2022

La otra ruta del Quijote. Gabriel Pabón Villamizar.

Conocedora de la fama del Quijote y curiosa por saber de las nobles aventuras que vivían los caballeros, Aldonza Lorenzo aprendió a leer y comenzó a devorar libros de caballería con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el oficio de fregona; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que gastó sus ahorros para comprar libros de caballería en qué leer, y así llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos.
En resolución, ella se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, a ella también se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loca en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse señora, e irse por el mundo a ejercitarse en todo aquello que ella había leído que las señoras se ejercitaban, y así cobrar eterno nombre y fama. Con el nombre de Dulcinea del Toboso, salió en busca de caballeros: ¡había tantas heridas que curar, tantas soledades que mitigar, tantos quebrantos que aminorar, tantas lágrimas que enjugar, tantas fiebres que atemperar, tantas tristezas que consolar, tantos deseos que aplacar!
En su mente dislocada, confundía arrieros con duques, cuchilleros con marqueses, estafadores con príncipes, salteadores de caminos con caballeros andantes, prófugos con embajadores de alta ralea. A todos brindó con su gracia, convirtiéndose en el mejor consuelo de los afligidos y en el más dulce refugio de los pecadores...
Un día, curada ya su locura, quiso regresar a su patria; pero en el lugar de la Mancha donde había nacido, no querían acordarse de haber visto nacer a “esa” mujer. Y hasta el sol de hoy.
No hay libro que narre sus dulces aventuras ni fama que la persiga como no sea la de ser la puta más grande del mundo.


Re-versiones: cuentos, 1999.

No hay comentarios:

Publicar un comentario