Me gusta la playa. Desde mi
habitación veo la orilla, el mar, la arena. Imagino que bajo esos
miles y millones de granitos brillantes se esconden llaves de
duendes, juguetes de niños distraídos y hasta la calavera de algún
pirata tuerto.
Yo
juego a enterrar tesoros, es divertido. Al principio eran piedras de
colores que nunca recuperé, anillos de plástico o trocitos de papel
con mensajes secretos. Pero hace una semana enterré a mi muñeca
favorita. Mamá dijo que tuviera cuidado, que la arena engaña, se
come las cosas y las olvida. No hice caso, y la perdí. Lloré mucho,
mientras mi hermano pequeño hacía burla y mamá me regañaba.
Hoy
es ella quien llora. Corre arriba y abajo, abre armarios, busca bajo
las camas, y me mira como con miedo. Yo solo he contado la verdad.
Que esta mañana hemos ido con mi hermanito a jugar, a la playa. En
la arena. Como a mí me gusta.
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