Antón Mihailovich escupió,
dijo ¡puaj! Escupió otra vez y dijo ¡puaj!, otra
vez. Y escupió otra vez y dijo ¡puaj!, otra vez y se fue.
Que se vaya al infierno. En lugar de esta historia, déjenme que les
cuente la de Ilya Pavlovich.
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Ilya Pavlovich nació en 1883 en Constantinopla. Cuando era todavía
un niño, sus padres se trasladaron a San Petersburgo, y allí se
graduó en la Escuela Alemana de la Calle Kirchnaya. Después trabajó
en una tienda: a continuación hizo algo más; y cuando llegó la
revolución, emigró. Bueno, pues que se vaya también al infierno.
En lugar de esta historia permitidme que os hable acerca de Anna
Ignatievna.
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Pero no es fácil decir algo acerca de Anna Ignatievna. En primer
lugar, porque no conozco casi nada sobre ella, y en segundo lugar,
porque me acabo de caer de mi silla y me he olvidado de lo que iba a
decir. Entonces, bueno pues déjenme que les hable de mi mismo.
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Soy alto, bastante inteligente; me visto con cierto recato, pero con
gusto; no bebo, no apuesto a los caballos, pero me gustan las
mujeres. A ellas parece que no les importa. Les gusta que salga con
ellas. Serafima Izmaylovna, me ha invitado a su casa en muchas
ocasiones, y Zinaida Yakovlevna, también dice que ella siempre se
alegra de verme. Me vi envuelto en un incidente gracioso con Marina
Petrovna, que me gustaría contar. Es algo bastante vulgar, pero
entretenido. Por mi culpa Marina Petrovna perdió todo su pelo –se
quedó calva como la cabeza de un crío. Ocurrió así: Fui una vez a
visitar a Marina Petrovna y ¡pum! perdió todo el pelo. Y eso fue
todo.
Me llaman capuchino, 2006.
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