martes, 5 de marzo de 2024

El funambulista. Pedro Ugarte.

Me gustaría dar un paso adelante, o un paso atrás. Pero es horrible sentir esa leve vibración bajo mis pies y saber que un pequeño descuido me haría caer al suelo.
Y, además, toda esa gente, allá abajo, mirándome. Es horrible.
Cómo avanzar, cómo retroceder. El jefe de pista gesticula. Estará diciendo las mentiras de siempre a su querido público. Hablará de mi valor, el muy estúpido. Explicará que he sido yo mismo el que pidió que quitaran la red, el que despreció la barra de equilibrio, el que siempre quiso caminar por el cable “desafiando -dirá- a la muerte”.
Pero yo quise la red, y quise la barra, o acaso en realidad quise siempre quedarme en el suelo, esa amplia superficie plana donde posar el pie no es un espectáculo ni un oportunidad para la muerte. Acaso yo nunca quise ser funambulista. Pero es lo que al público le gusta, decía el director, es preciso hacer lo que al público le gusta.
Yo creo que he entendido lo que quieren, lo que esperan de mí. No debo fallar. Debo hacerlo bien, y hacerlo bien será vacilar dentro de poco, caer a la pista enarenada, para que todos puedan reconfortarse contemplando un feroz estallido de miembros y de sangre.


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