viernes, 31 de julio de 2015
Fábula. Mariana Frenk. Microrrelato.
Un caracol deseaba volverse águila. Salió de su concha, trató muchas veces de lanzarse al aire y cada vez fracasó. Entonces quiso volver a su concha.
Pero ya no cabía, pues habían empezado a crecerle alas.
jueves, 30 de julio de 2015
El alma que venía todas las noches. Harold Kremer. Microrrelato.
Dicen que son almas en pena porque aquella noche el hombre salió de la habitación con una linterna prendida gritando a todo pulmón quién anda por ahí y buscó por toda la casa llevándose las cosas por delante y hasta dándole de patadas a las puertas para irrespetar de una vez el sueño de los inquilinos que se levantaron a decirle que los dejara dormir por qué te levantás a joder a la una de la mañana pero él insistía que por allí andaba lo estoy oyendo y José que le decía debe ser un sueño que soñaste o es un sueño de otro que se te metió por los ojos y él sin mirarlos volteaba los muebles y se metía a los cuartos a esculcar entre los armarios no me jodan que lo estoy oyendo desde hace mucho tiempo para que dejara de gritar pero aún así gimió toda la noche y tuvo a la gente despierta turnándose para cuidarlo y verlo llenarse de esa babaza que le salía por los poros como un poseído del demonio y cuando llegaron ellos dicen que ya tenía los ojos como de loco sí girando en las órbitas pero se lo llevaron con todo y su babaza aunque les dejó la pátina de su miseria al no llevarse con él el alma que venía todas las noches a buscarlo y que ahora viene a joderlos a despertarlos para sentarse a llorar junto a sus camas y preguntarles por él que dónde está que se lo vuelvan a traer.
Imagen: La locura o el tormento de llamarse nada, lienzo de Juan M. Carrasco. Venezuela.
domingo, 26 de julio de 2015
Alas. Enrique Anderson Imbert. Microrrelato.
Yo ejercía entonces la medicina, en Humahuaca. Una tarde me trajeron un niño descalabrado: se había caído por el precipicio de un cerro.
Cuando, para revisarlo, le quité el poncho, vi dos alas. Las examiné: estaban sanas. Apenas el niño pudo hablar le pregunté:
- ¿Por qué no volaste m'hijo, al sentirte caer?
- ¿Volar? -me dijo- ¿Volar, para que la gente se ría de mí?
martes, 21 de julio de 2015
Mariposas. José Luis Zárate. Tuiteratura (selección).
-SOMBRAS CHINESCAS: Creó unas mariposas con sus manos. Con qué horror las vio volar lejos.
-Las orugas saben que las mariposas se alejan con ajos y cruces, que para destruirlas hay que clavarles un alfiler en el corazón.
-Encontraron al coleccionista de mariposas en su vitrina de ejemplares con un alfiler en el corazón y la ficha con su correcta clasificación.
domingo, 12 de julio de 2015
Inventario. Martha Cerda. Microrrelato.
Mi vecino tenía un gato imaginario. Todas las mañanas lo sacaba a la calle, abría la puerta y le gritaba: "Anda, ve a hacer tus necesidades". El gato se paseaba imaginariamente por el jardín y al cabo de un rato regresaba a la casa, donde le esperaba un tazón de leche. Bebía imaginariamente el líquido, se lamía los bigotes, se relamía una mano y luego otra y se echaba a dormir en el tapete de la entrada. De vez en cuando perseguía un ratón o se subía a lo alto de un árbol.
Mi vecino se iba todo el día, pero cuando volvía a casa el gato ronroneaba y se le pegaba a las piernas imaginariamente. Mi vecino le acariciaba la cabeza y sonreía. El gato lo miraba con cierta ternura imaginaria y mi vecino se sentía acompañado. Me imagino que es negro (el gato), porque algunas personas se asustan cuando imaginan que lo ven pasar.
Una vez el gato se perdió y mi vecino estuvo una semana buscándolo; cuanto gato atropellado veía se imaginaba que era el suyo, hasta que imaginó que lo encontraba y todo volvió a ser como antes, por un tiempo, el suficiente para que mi vecino se imaginara que el gato lo había arañado. Lo castigó dejándolo sin leche. Yo me imaginaba al gato maullando de hambre. Entonces lo llamé: "minino, minino", y me imaginé que vino corriendo a mi casa. Desde ese día mi vecino no me habla, porque se imagina que yo me robé a su gato.
viernes, 10 de julio de 2015
La cucaracha soñadora. Augusto Monterroso. Microrrelato.
Érase una vez una cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una cucaracha.
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