Una mujer camina por una carretera. Camina y no sabe cuál es su destino. Mira hacia
atrás. Su pelo suelto es una liebre que huye. Va descalza, aunque eso no impide su paso.
A pesar del viento sigue mirando hacia el lugar de donde viene. La carretera parece
interminable. A su alrededor hay pájaros que hablan unos con otros, y uno de ellos se
posa en el hombro y bebe el agua de sus ojos.
Amo a esa mujer. Pero ella no me ve, no se ve, no tiene mis ojos, su miedo no es mi
miedo, y yo no camino por esa carretera, yo no sueño el mundo como ella, no despierto
como ella.
Donde yo vivo no hay pájaros.
Llueve horizontal, 2015.
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