Le
dijo que la amaba, que ella era la única dueña de su alma y de su
corazón. Su amor fue correspondido. Se casaron y tuvieron una nena.
Pero
luego de diez años se separaron por diferencias irreconciliables.
Ella se fue de la casa y se llevó a la nena.
A
los pocos días volvió, reclamando el alma y el corazón de su ex
esposo. Se los tuvo que dar.
La
falta de alma casi no se nota en el hombre, excepto quizá por su
mirada perdida.
Sin
embargo, el lugar donde estuvo el corazón nunca cicatriza del todo,
y por más vendas que se ponga, la sangre siempre mancha un poco sus
camisas.
Por favor, sea breve 2. Antología de microrrelatos. Ed. Clara Obligado. 2009.
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