Es una tarde
cenicienta y mustia,
destartalada,
como el alma mía;
y
es esta vieja angustia
que
habita mi usual hipocondría.
La
causa de esta angustia no consigo
ni
vagamente comprender siquiera;
pero
recuerdo y, recordando, digo:
-Sí,
yo era niño, y tú, mi compañera.
*
Y
no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú
eres nostalgia de la vida buena
y
soledad de corazón sombrío,
de
barco sin naufragio y sin estrella.
Como
perro olvidado que no tiene
huella
ni olfato y yerra
por
los caminos, sin camino, como
el
niño que en la noche de una fiesta
se
pierde entre el gentío
y
el aire polvoriento y las candelas
chispeantes,
atónito, y asombra
su
corazón de música y de pena,
así
voy yo, borracho melancólico,
guitarrista
lunático, poeta,
y
pobre hombre en sueños,
siempre
buscando a Dios entre la niebla.
Soledades, galerías y otros poemas. 1899 - 1907.
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