Muy al norte de
Brasil, en lo más recóndito de la jungla amazónica, entre el verde
exuberante, la quietud y el silencio interrumpido por los gritos de
los titís, juega un grupo de niños yanomamis.
El más mayor de
ellos, con el cuerpo decorado de pinturas rituales, boca y nariz
atravesadas por pequeñas flechas de palmera, corre perseguido por
los demás niños frente a la choza inmensamente circular de su
tribu. Sus pies descalzos golpean el suelo repleto de ramas cortadas
mientras se mueve imitando a la perfección el movimiento y el sonido
de un tren de mercancías. Los demás niños avanzan detrás de él,
como pequeñas vagonetas sin descanso.
Lo espeluznante de
la escena no es la inocencia de los niños, sino comprender que allí,
en la selva sin caminos, en esa vorágine verdosa, en ese inaccesible
laberinto de flora retorcida; es absurdo ni siquiera concebir la
existencia de vías, estaciones, ni, mucho menos, tren.
PBA 2A
ResponderEliminarGracias, P. Espero que te haya gustado.
EliminarSaludos.
ICR 2A
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